Históricamente ha sido una de las puertas de entrada a Palma, volcado frente al mar y poseedor de un importante patrimionio histórico dentro de su radio de acción. En la actualidad, el barrio de Portopí es de carácter residencial, cambiando su perfil a la vez que algunas de sus viviendas, aunque salvo por molestias de locales de ocio, la tranquilidad reina en un espacio en el que uno de los mayores centros comerciales de Mallorca sobresale en el mapa.
La zona de Portopí tomó su nombre del puerto que da origen al topónimo, ya que se encuentra latinizado en la crónica de la cruzada pisano-catalana (1113-15) de Ramón Berenguer III, el Liber Maiolichinus. «Adeunt portum de nomine Pini», remitiendo a que sea de origen preislámico. Esa zona también era conocida como Sant Nicolau o Sant Nicolauet, tomando el nombre de un oratorio que Jaume I donó a los Jurados de la ciudad y al Reino de Mallorca en 1249, y que sigue en pie.
A uno de sus lados, el Dique del Oeste, el histórico faro de Portopí, uno de los tres más antiguos del mundo en activo y del que se tienen noticias desde el siglo XIV, y otros escenarios como la Base Naval de la Armada y el Castillo y Museo de San Carlos, forman parte de esa vertiente de Palma, enfocada hacia el mar y que, justo enfrente, muestra un espacio residencial en el que el centro comercial que recibe el nombre del barrio es un punto de referencia básico. Junto a él, la Torre de Paraires, contemporánea al faro y que también es un emblema patrimonial de Palma.
En la parte baja, que da a un Paseo Marítimo en obras, algunos locales de ocio observan desde lejos edificios como los del Centro Oceanográfico o la Aemet, además de las estaciones marítimas y el Club de Mar, inmerso en un importante proceso de renovación. Todo eso forma parte del primer paisaje que captan los miles de cruceristas que cada año entran a Palma y Mallorca por ese punto, al igual que lo hacen por la Avenida Joan Miró.
Limita con otras barriadas como Génova, El Terreno o Cala Major y a nivel de comunicaciones está bien conectado a través de las líneas del TIB y la EMT, especialmente la 1, vehículo de entrada para cruceristas. Las infraestructuras educativas y sanitarias son su cuenta pendiente, a la par que, con la salvedad de las obras del Paseo Marítimo, el servicio de Emaya convence a los residentes, que cuentan con una importante oferta de ocio y de parques infantiles y zonas verde, como la que conecta las partes alta y baja.
Los problemas de movilidad y aparcamiento, además de la masificación en algunos momentos de la temporada alta turística, son otros peros con los que deben convivir los vecinos, muy discretos y concentrados en una parte en bloques de viviendas, y en otra en este perfil pero también en construcciones unifamiliares en una orografía complicada en algunos tramos, con calles de elevada pendiente en la que se han instalado barandillas y puntos de apoyo que faciliten la movilidad a las personas de avanzada edad que allí residen y quieren desplazarse hasta la Avenida Joan Miró, arteria principal.
Esa sensación de tranquilidad es uno de los rasgos que definen a un barrio grande en extensión por su ubicación geográfica, pero en el que la población se halla concentrada en uno de sus segmentos, dentro de lo que es uno de los extremos de la primera línea de la bahía de Palma, antes de conectarse con la zona de Marivent y Cala Major, que le da continuidad hasta alcanzar Illetes y entrar así en Calvià.
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