Bartomeu Suau, durante su intervención. | Jaume Morey

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El sacerdote Bartomeu Suau, rector de Sant Josep del Terme en Sa Indioteria, ha pronunciado este viernes el pregón de la Festa de l'Estendard en el salón de plenos de Cort. El religioso ha querido evocar con su discurso La magia de Palma, en una intervención muy personal, su amor por Mallorca y ha lamentado «que la estropeen». Tampoco ha perdido la ocasión de animar a los partidos a «volver a comenzar» y «velar por el pueblo».

Suau, de 80 años e impulsor de entidades sociales de Jovent, ha descrito con mucho cariño la ciudad. «Pertenece a mi mundo de la fantasía, de la felicidad, de la infancia, de esas cosas que quedan en el corazón para siempre. Es mi magia particular, es la magia de Palma». Una idea que ha compartido desde los recuerdos de su infancia en la Part Forana. A través de sus palabras, para los presentes no ha sido difícil comprender lo que, entre 1945 y 1955, suponía para un niño criado en Alcúdia ir a Palma por Navidad, a casa de los abuelos. En aquellos años, rememoraba Suau, el viaje a la capital era «una pequeña epopeya» por carreteras sin asfaltar, un trayecto de «seis, ocho y, a veces, diez horas» con paradas obligatorias en Campanet, Inca y Santa Maria.

«Cuando llegábamos al Pont d'Inca nuestro corazón ya se aceleraba. Ver el Bar Triquet, las casas altas, los pisos, los ‘urbanos’ con cascos blancos dirigiendo el tránsito, coches. Muchos conductores se detenían y les dejaban cajas de vino, champán, eran los días de Navidad». Suau ha incidido en lo especial que era tomar el tranvía hasta el Born, y compartido preciados recuerdos como las visitas a los belenes en las iglesias, el Teatre Balear y su circo de teresetes, además de resaltar elementos de la Festa de l'Estendard, como el casco del rey y los Tamborers de Sala.

Sa Indioteria

Como no podía ser de otra manera, el pregón del sacerdote de Sa Indioteria ha estado muy arraigado en el que ha sido su barrio durante 46 años, con un repaso al legado de diferentes alcaldes: ha recordado a Ramon Aguiló, que les dio «las primeras 5.000 pesetas, todo un regalo» en 1981; de Joan Fageda destacó la Granja Escola y la Unidad Básica de Salud; de Aina Calvo, el Premi Emili Darder; de Catalina Cirer, el pabellón Toni Pizà; de Mateu Isern, Toni Noguera y José Hila, su cercanía y vínculos con el Club.

Suau no ha dejado de mencionar, aprovechando la presencia de las autoridades, temas como «el abandono de muchos niños de los barrios, el futuro de los jóvenes, la esclavitud en las redes sociales» o «que nadie pueda comprarse un piso», cosas que los políticos «ya saben», concedía. Por eso ha preferido utilizar el pregón para «animar» a dejar los partidismos a un lado y trabajar. Así recuperaba el famoso «Vergonya, cavallers» de Jaume I para finalizar deseando «una ciudad y una Mallorca dignas de nuestra historia».