La planta de tratamiento de aguas residuales de la zona costera de
Canyamel (Capdepera) no cuenta con la potencia eléctrica suficiente
para la correcta depuración de las aguas y está provocando
diferentes problemas durante todo el verano. Los vecinos se han
quejado en reiteradas ocasiones de los olores que desprende,
especialmente por las noches.
Por otra parte, el agua es utilizada para el riego de una finca
vecina a los que el mal funcionamiento de la depuradora les afecta
directamente. El agricultor de la zona, que utiliza el agua de la
depuradora para regar las tierras, ha manifestado que «los primeros
afectados por el mal olor del agua somos nosotros y no tenemos la
culpa de que la depuradora no funcione bien; es más si no
regáramos, toda esta agua mal depuradora se vertiría al mar».
De hecho, el pasado día 13 de julio, el propietario de esta
misma finca remitió una carta al Institut Balear de Sanejament
(Ibasan) en la que expone que «desde mediados de 1999 he
manifestado de forma reiterada mi preocupación por la pésima
calidad del agua de la referida depuradora». En la misma misiva
explica que «la situación se ha visto agravada de forma notable por
la presencia creciente de materiales en suspensión: compresas,
condones y demás porquerías». Además, el propietario expresa su
preocupación por «las consecuencias de tipo sanitario que pueden
derivarse de esta situación y también por los perjuicios que les
esta produciendo».
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