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La Fira de Artà 2000 congregó ayer a un importante número de asistentes. Desde primeras horas de la mañana, la calle Ciutat y la Plaça de España permanecieron abarrotadas de público que paseaba de un lado a otro. Y es que ayer no sólo los artanencs sino también los turistas que se alojan en las zonas costeras próximas, así como los residentes de los pueblos vecinos decidieron cambiar el día de sol y playa por un domingo de feria.

En la feria de animales los jóvenes se divirtieron como el que más haciendo lo imposible para acariciar a un macho cabrío que les embestía cada vez que se acercaban.

Más hacia el centro, en las inmediaciones de la Plaça d'España, los entendidos en antigüedades se esforzaban como podían para abrirse camino entre tanta multitud y alcanzar la puerta de acceso al mercado cubierto.

Más arriba, delante de la casa Consistorial habían instalado la Fira Alternativa, la novedad de esta edición que no congregó ni demasiado público ni estantes demasiado alternativos por así decirlo. Allí había bordados, collares, esculturas y poca cosa más.