Algunos ciudadanos de Sóller han denunciado sentirse marginados al
utilizar los transportes públicos, especialmente el tren y el
tranvía. Las quejas se han producido cuando estos residentes no han
podido ocupar la plaza que deseaban al impedírselo algunos turistas
con la excusa de que guardaban el sitio a sus compañeros.
Una señora denunció a través de este periódico que en un viaje
ordinario del ferrocarril entre Palma y Sóller no pudo acceder a un
vagón porque en cada puerta del coche se colocó un turista de
nacionalidad alemana y sólo permitía el paso a los integrantes de
su grupo con el beneplácito del guía. Esta mujer, según su versión,
se dirigió a un revisor para exponerle esta irregularidad, pero
contestó que no podía hacer nada al respecto.
Casos similares se producen con relativa frecuencia tanto en el
tren como en el tranvía y a menudo sólo la testarudez de los
residentes impide que los turistas se salgan con la suya. En
algunos casos ha habido graves insultos, gritos y algún que otro
empujón. Una señora dijo haber sido empujada fuera del vagón
después de que le retorcieran un brazo. Al parecer, situaciones
parecidas también se han producido los autocares que cubren las
líneas entre el Port de Sóller y Deià, Valldemossa y Palma.
El director del Ferrocarril de Sóller, Rafael Sierra, ha
mostrado su sorpresa ante estos hechos y ha prometido iniciar una
investigación, especialmente para saber si ha habido casos de
pasividad por parte del personal del tren. No obstante, Sierra ha
animado a los sollerics que han sufrido agresiones verbales o
físicas a presentar una denuncia formal ante la empresa para «poder
actuar en consecuencia» y poder «adoptar las soluciones más
oportunas».
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