El ancestral ritual mallorquín de las matanzas permanece vivo entre
los integrantes de la Confraria dels Tastavins de Manacor. Desde
hace varios años y por estas fechas, la hermandad dedicada a la
cata y colección de vinos, celebra sus matanzas con el sacrificio
de un cerdo con la finalidad de proveer su despensa con exquisita
sobrasada, butifarrones, camaiot, huesos salados de cerdo y demás
productos que se obtienen del sacrificio del animal. El Molí d'en
Roca, sede de los Tastavins, volvió a convertirse ayer en el
escenario de estas tradicionales matanzas.
Hacia las 9 horas de la mañana, los miembros de los Tastavins
depositaron el cerdo de 180 kilos sobre la banqueta para proceder a
su despiece. Al mismo tiempo, los tastavins más cocineros
comenzaron a cocinar el caldo para elaborar el típico arròs brut de
matances. Tras varias horas de trabajo, los matancers disfrutaron
de un merecido almuerzo de arroz y frito mallorquín, donde no
faltaron los famosos cremadillos elaborados con una mezcla de café
y varios licores.
El principal objetivo de las matanzas de esta cofradía es poder
proveerse de toda clase de embutidos de cerdo para el invierno, en
especial para las fiestas de Sant Antoni en enero. De hecho,
durante las fiestas patronales de Manacor, los Tastavins organizan
un fogueró, en el que invitan a comer y beber a los manacorins.
Nadie se resiste a la longaniza asada y al vaso de vino que se
ofrece en el Molí d'en Roca, en una de las noches más animadas del
año.
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