El apeadero del tren de sa Pobla era a media mañana de ayer un
hervidero de gente que entraba y salía del ferrocarril con sus
cámaras fotográficas a bordo. Tras veinte años de ausencia los
vecinos de sa Pobla, Muro y Llubí pudieron viajar ayer en tren
hasta Inca. Los primeros ferrocarriles iban algo vacíos pero a
media mañana había un lleno total.
El bullicio en sa Pobla contrastó con el vacío en los apeaderos
de Muro y Llubí y es que eran muchos los que explicaban que «como
el apeadero nos queda a dos kilómetros y hay que coger el coche de
todas maneras preferimos ir a sa Pobla y ver el recorrido entero».
Los vecinos quisieron apurar los dos días de trayecto gratuito que
ha establecido el Govern. A partir de mañana lunes los poblers que
quieran desplazarse a Palma tendrán que abonar 870 pesetas por el
trayecto de ida y vuelta. Una cifra que la mayoría considera
«exagerada».
La mayoría coincide al señalar que si es una única persona la
que se desplaza a Palma, el tren sale más barato que el coche, pero
si la familia está compuesta por dos o más miembros los precios se
disparan. Algunos usuarios apuntaban que «con esos precios si el
tren no llega a Alcúdia en los próximos dos años cerrará de
nuevo».
Una vez a bordo de los vagones, los viajeros olvidan por un
momento las críticas para centrarse en el paisaje. Eran muchos lo
que rememoraban ayer los viajes que hacían hace ya veinte años.
«Aquí había un paso a nivel -explicaban en Llubí- y el tren cogió a
una Vespa. Fue un buen susto pero no pasó nada, le dieron una
patada y arrancó». Veinte años después, la línea no tiene un solo
paso a nivel.
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