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El fiscal Pedro Horrach rechazó que el ex alcalde no podía desconocer que había firmado unos documentos de pago a nombre de una persona ficticia para justificar el sueldo de una empleada que trabajaba en el Ajuntament sin contrato, y que además cobraba del desempleo: «Si el alcalde no lo sabía, o su nivel de incompetencia es muy alto o había una gran dejación». Para el fiscal, ninguna de estas dos situaciones se daba en Montuïri, y por tanto mantuvo que tanto el alcalde, como el secretario y la empleada urdieron una estrategia para justificar estos pagos. «Difícilmente se le pueden escapar al alcalde estas situaciones».

Los abogados Sebastián Frau, José Manuel Valadés y Carles Tarancón, defensores de los tres acusados, basaron su informe en convencer al tribunal, que si bien es cierto que la actuación de sus clientes pudo ser torpe, no existió delito porque no hubo ningún perjudicado.

Así, Valadés, que defiende al ex alcalde, sostuvo que estos mandamientos de pago no tenían por objeto engañar a la oficina de empleo, porque Catalina Vaquer, la empleada, tenía derecho a percibir el desempleo por el trabajo que había hecho. El letrado, tras rechazar que su cliente estuviera al tanto de la situación de la empleada (en su declaración dijo que esa labor era función del secretario Joaquín Cebolleda), recordó al tribunal que el alcalde tenía «una responsabilidad política, pero no tenía un conocimiento tan amplio para controlar todo lo que pasaba en el Ajuntament».

Valadés reconoció: «La actuación de mi cliente fue poco afortunada, e incluso torpe, pero no ha perjudicado a nadie ni se ha quedado con una sola peseta». Por último, el letrado recordó que, casualmente, esta denuncia se presentó un mes antes de las elecciones.