Los escombros que se arrojan al mar desde la base naval del Port de
Sóller no siguen ningún control ni selección previa. Esta
circunstancia ha alarmado a los vecinos del núcleo portuario, que
además de la suciedad que va a parar al agua critican la
inoportunidad de ejecutar unas obras de estas características
cuando la temporada turística alta prácticamente ya ha empezado.
Los obreros que trabajan en la demolición de los viejos
pabellones de armas y oficinas no realizan ninguna selección previa
y a los cascotes se añaden latas de bebida, plásticos, hierros,
restos de vegetación... que en algunos casos acaban en las playas,
lo que ha provocado la indignación de los bañistas y del sector
hotelero, con su presidente, Miquel Frontera, al frente. El
lanzamiento de escombros al mar está previsto en el proyecto de
reforma integral del Port. De hecho, estos vertidos tienen por
objetivo ampliar el muelle que será de uso de la Armada.
El alcalde de Sóller, Joan Arbona, conversó ayer con el director
general de Litoral del Govern, Onofre Rullan, quien le aseguró que
el vertido ya estaba previsto para comenzar a crear la base de la
ampliación. La actual situación también ha sido comunicada a la
consellera de Medi Ambient, Margalida Rosselló, pues su
departamento proyectó las obras. El concejal de Medio Ambiente,
Onofre Bisbal, cree que antes de verter los escombros se debería
realizar una selección previa de los materiales.
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