Enfermos, familiares, voluntarios, expertos de la medicina y la
plana mayor de la Iglesia de Mallorca celebraron ayer en el
santuario de Lluc la XX edición del día del enfermo, una jornada de
convivencia que organiza anualmente la delegación diocesana de
Pastoral de la Salud. Alrededor de 2.000 personas participaron en
esta jornada de hermandad que este año centró su atención en la
situación de los niños que padecen enfermedades graves y crónicas,
las personas maltratadas y los adictos a las drogas.
La llegada de los participantes a Lluc tuvo lugar sobre las
10.00 horas. A continuación, el obispo de Mallorca, Teodor Úbeda,
presidió la Eucaristía. Durante la misa tuvo lugar una ofrenda
floral y no faltó el canto de los Blavets. Tras la misa, que contó
con la presencia de la consellera de Benestar Social del Consell de
Mallorca, Josefina Sintes, se celebró una comida fraternal. La
agrupación folklórica Aires Sollerics puso la música y el baile a
la jornada.
El encuentro, que empezó como peregrinación de los enfermos a
Lluc, se ha convertido en un gran acto social al que acuden miles
de personas cada año. El objetivo de la jornada anual de
convivencia es infundir ánimos a todas aquellas personas que sufren
por falta de salud, dándoles a entender que no se encuentran
solas.
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