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El próximo mes de mayo, el santuario de Gràcia volverá a abrir sus puertas a los feligreses después de permanecer un año cerrado a las visitas. Precisamente en mayo del año pasado, el Ajuntament de Llucmajor y el rector de la parroquia de Sant Miquel, Jaume Puigserver, tomaban la decisión de cerrar el monasterio por cuestiones de seguridad. Las recientes precipitaciones habían provocado el desprendimiento de piedras. Desde entonces, las instituciones han colaborado intensamente para que el monasterio no permanezca mucho más tiempo cerrado. El Govern decidió asumir el coste de las obras, que asciende a 600.000 euros.

Ayer, el presidente del Govern, Francesc Antich; el conseller de Presidènia, Antoni Garcías, y los alcaldes de Llucmajor y Algaida, Lluc Tomàs y Jaume Jaume, respectivamente, así como Joan Servera, vicario episcopal; Jaume Puisegver, rector de Llucmajor y Daniel Izaguirre, superior de Sant Honorat, visitaron la ejecución de las obras que comenzaron el pasado mes de enero. «El desprendimiento de piedras creaba una situación de inseguridad en Gràcia; necesitaba una actuación urgente y en poco tiempo estará realizada», indicó el president Antich.Visiblemente satisfecho se mostró el alcalde de Llucmajor, Lluc Tomàs, quien destacó el sentimiento profundo de los vecinos del municipio hacia Gràcia. El Consistorio participa en el proyecto con una aportación de unos 12.000 euros y la colaboración de las brigadas municipales. También ejecutará el proyecto de recuperación de los jardines del entorno de Gràcia.

Las obras, que realiza la empresa Inacces, consisten en el saneamiento, el desprendimiento de las piedras inestables y en la instalación de mallas metálicas en la montaña de sa Falconera.