La carretera en la que desembocaba la autopista de Inca y que cruza
la ciudad comarcal estaba ayer desierta después de la inauguración
y obertura el pasado lunes de la nueva variante sur.
La multitud de coches que entraban dentro de Inca para dirigirse
a sus destinos se desviaban ayer por la variante y dejaban a un
lado los atascos con los que se encontraban a diario en las cuatro
rotondas.
A la salida de Inca en hora punta al mediodía también se notó la
bajada de tránsito por el menor volumen de coches que circulaban
por la carretera y que permitía salir de la ciudad comarcal sin
problemas.
Empleados de los comercios situados en la carretera,
mayoritariamente las gasolineras, manifestaron ayer que «todavía es
un poco pronto para hacer valoración de la bajada de clientes»,
aunque aseguraron que «a simple vista se nota mucho que el número
de coches que pasan ha descendido mucho».
Algunos usuarios que diariamente cruzaban Inca para ir a sus
puestos de trabajo explicaron que «antes siempre me paraba a poner
gasolina o a comprar algo. Ahora ya no me desviaré del camino para
pararme en Inca».
De esta manera parece seguro que la ciudad sólo recibirá los
coches que se dirijan expresamente a Inca, aparte de los que se
dirijan a Selva, Caïmari y Lluc y que todavía deberán cruzar Inca,
lo que desde hace tiempo motiva las quejas de la oposición. También
tendrán que entrar en Inca los coches procedentes de Muro, Llubí y
Santa Margalida.
Respecto al tráfico de vehículos hacia Lluc el regidor del PSOE
de Inca, Xavier Ramis, recordó ayer que «la variante norte es muy
necesaria porque quitará unos 25 mil vehículos de la ciudad». Se
estima que una media de 30.000 vehículos al día deja de cruzar Inca
para tomar la flamante variante sur.
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