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Recién estrenada en el cargo de consellera del Govern balear -en una entrevista concedida a la revista especializada en el sector primario, Romaní- Margalida Moner desveló cuál sería uno de los máximos puntales de su política al frente de la Conselleria d'Agricultura i Pesca: «Tengo claro que hemos de apostar seriamente por la formación y ayudar con programas que tengan unas consecuencias favorables en la profesionalización del campo», aseguraba entonces Moner. Y así ha sido hasta el momento.

Gracias al «Programa de Formació per al Sector Agrari» -cuyo plan de estudios supervisa la propia Conselleria d'Agricultura i Pesca y subvenciona la empresa pública Serveis de Millora Agraria (SEMILLA), que dirige el ingeniero agrónomo Joan Simonet- estos jóvenes profesionales originarios de Campanet, sa Pobla, Pollença, Algaida y Sencelles han conocido de primera mano como funcionan diferentes tipos de viveros de semillas y árboles frutales de una modernidad sólo igualada por infraestructuras similares utilizadas en Holanda para el cultivo industrial de tulipanes y variedades de pepinos.

La apuesta de Margalida Moner por la paulatina profesionalización del sector agrario insular, así como la continua formación de sus jóvenes valores, cristaliza en experiencias como la que han vivido durante tres días (desde el pasado jueves hasta ayer) catorce agricultores de entre 17 y 35 años de edad, en poblaciones -tan eminentemente agrícolas como almerienses- de La Mojonera, El Ejido, La Cañada y Roquetas de Mar.

Pero, tal vez lo más importante, es que han tenido la oportunidad de contemplar in situ la extraordinaria actividad hortícola que se desarrolla en las 22.000 hectáreas de invernaderos que se extienden a los pies de la Sierra de Gádor. Algo así como un formidable mar de plástico en el que durante el año pasado se pescaron 2,6 millones de toneladas de pimientos, tomates, calabacines, pepinos, judías, y berenjenas valorados en un cuarto de billón (sí, con be) de las antiguas pesetas. En definitiva, un viaje al huerto de Europa. Ya que casi la totalidad de la producción se destina a la exportación. A abastecer de hortalizas a las diferentes cadenas de supermercados que pueblan las capitales del viejo continente.