Las hermanas Maria Antònia y Maria Rafela Cerdà vivieron ayer uno de los momentos más emotivos de su vida después de ser elegidas hace ahora un año para interpretar a las Àguiles de Pollença, cumpliendo así con una tradición ancestral que se repite anualmente el domingo del Corpus.
Las Àguiles se preparan pasado el mediodía en la iglesia de Sant Jordi. Con los cabellos recogidos sobre la cabeza se someten a un riguroso proceso de colocación de los vestidos y las joyas que portan durante la procesión y es que las jóvenes llevan sujetas a la cintura, los cabellos, los brazos y entre las capas del vestido toda clase de joyas, valiosísimas y antiquísimas que ceden los familiares y vecinos para la ocasión.
Una vez vestidas tal y como marca la tradición, las Àguiles parten a pie desde la iglesia de Sant Jordi a la iglesia parroquial donde bailan por primera vez durante el oficio y al concluir éste salen en procesión por las calles del pueblo repitiendo sus danzas.
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