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ÀNGELS HERNÀNDEZ
Mossèn Antoni Estelrich se retira este año después de 34 años de servicio como rector de la parroquia de Sant Domingo de Inca y 50 como sacerdote.

«He dedicado gran parte de mi vida al servicio de los fieles y a la conservación de la iglesia», indica sobre los años que ha pasado en Santo Domingo. «El último trabajo importante que hemos realizado ha sido la restauración del altar mayor. Todas las experiencias vividas han sido recogidas en un libro publicado hace poco sobre la historia de la parroquia».

Estelrich explica que su jubilación «no se trata de una decisión personal sino de un mandato de obligado cumplimiento para los rectores y obispos que han cumplido los 75 años y yo los hice el mes de enero».

Sobre su planeamiento de vida a partir de ahora asegura que «evidentemente me jubilo de mi cargo como rector, pero no de la vida religiosa. Me trasladaré a mi Santa Margalida natal y ofreceré mi ayuda a las iglesias de la zona».

En lo que respecta a los fieles y sobre su opinión de cómo cree que ha evolucionado su devoción a lo largo de los años, afirma que «el interés por la religión ha ido disminuyendo poco a poco. Pienso que la principal causa es que la familia ha dejado de ser una transmisora de la fe y de los valores de la iglesia. La sociedad está más interesado por los aspectos materiales de la vida».