23/07/06 0:00
«Es un atropello a nuestros derechos. Tenemos que pedir permiso para entrar en casa. Ruidos de motores, olores de gasoil, concurrencia de personas en nuestra propiedad y a veces gente que orina en los rincones. Esto es inhumano». Así se expresaba Cristina Martínez, una vecina de Cala Rajada que se siente afectada desde hace un año por el cambio de la parada de autocares de línea regular en la Plaza Castellet justo delante del bloque de edificios donde ella habita.
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