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MARTA MEDRANO
Desde primera hora de la mañana, las calles de Inca se llenaron del ajetreo que supone montar una feria con 10 kilómetros de extensión y 800 expositores y preparar al mismo tiempo una velada de desenfreno, música y diversión en plena calle. Los agentes de la Policía Local coordinaron en todo momento los cortes de calles, indicando los mejores lugares para aparcar a visitantes y autóctonos.

Ayer por la tarde, sobre las cinco, los inquers empezaron a salir de sus casas para ver la feria, encontrarse con gente y hacer algunas compras avanzándose así a las aglomeraciones previstas para el día de hoy, en que se puede llegar a unas 200.000 personas.

El alcalde, Pere Rotger, acompañado de prácticamente todos los concejales de la corporación, cortó la cinta del Dijous Bo, a las 17,30 horas, deseando que el tiempo se ajuste a los pronósticos de sol y calor. «Hay gente que todavía va en manga corta», resaltó y deseó que el paso de la noche del Dimecres Bo al día de la denominada fira de les fires se produjese sin incidentes.

Como cada año, tanto el alcalde como todos los concejales aprovechan este día para saludar y besuquear a amigos y conocidos.

El recorrido de las autoridades se inició con una breve visita a las galerías Cunium y Can Janer, donde se expone el homenaje al pintor Antoni Rovira, y continuó calle Major abajo, hasta llegar al centro sociocultural del Consell, donde se exhibe una exposición de pintura colectiva.