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JOAN J. SERRA
Tras el «crash» de la Operación Voramar, que ha hecho correr ríos de tinta durante toda la semana, son muchos los que expresan su satisfacción por ver a personas imputadas y en prisión, pero también se levantan voces que afirman que toda esta espectacular actuación policial y judicial llega tarde, que el municipio de Andratx está irreversiblemente destrozado, y que la imagen de Eugenio Hidalgo esposado y conducido a una celda no es consuelo suficiente ante el increíble y degradante espectáculo de la devastación de lo que fue una costa privilegiada.

Andratx perdió hace años la oportunidad de combinar unos usos turísticos y residenciales moderados, racionales y sostenibles con la conservación de los acantilados más salvajes del municipio. Una vuelta por la Mola, cala Llamp o los alrededores de cala Egos sirve para comprobar que las panorámicas sobre el mar son magníficas, pero también que la tranquilidad que buscan los miles de personas que allí han construido una residencia es muy difícil de encontrar. Casi en todas partes suena una picadora de obra y cuando una acaba, empieza la otra. El ruido llega a ser casi insoportable.

El Port d'Andratx es un puro lamento de la naturaleza. Cala Llamp y la Mola son ejemplos de aprovechamiento máximo del terreno, salvando y modificando durísimas pendientes para construir en un ejercicio de auténtico equilibrismo urbanístico. Ya resulta manida la frase mallorquina de que todas estas urbanizaciones parecen eixams d'abelles.

Para Macià Blázquez, presidente del GOB-Mallorca, «lo que se ha construido en Andratx es una continuidad de la permisividad en Eivissa. El actual Govern del PP permitió la edificabilidad en las Àreas Naturales de Especial Interés de Eivissa y parece que ésta tenga continuidad en Andratx, que no deja ser el municipio de Mallorca más cercano a las Pitiüses».

Para Gabriel Puigserver, concejal del PSM, «la legislatura que hemos pasado con Eugenio Hidalgo ha sido muy dura, de las que pueden hacer perder la fe en la democracia y plantearse otras vías para la vida social y ciudadana que no sean la política. Los concejales de la oposición podíamos haber caído en la desesperación ante todo lo que estaba pasando, con solicitudes de expedientes que no se atendían y continuas evidencias de infracciones urbanísticas. Sin embargo, tenemos la sensación de que todo lo que hemos luchado ha valido la pena, que nuestros granos de arena han servido para algo. Y esperemos que para los corruptos sirva de lección».