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JOAN SAMPOL
Pasadas las cuatro de la tarde, el cuervo Rasputín bajó rápidamente a través de una cuerda hasta una pequeña casa de madera situada en la plaza, donde Sant Antoni y Sant Pau lo recogieron y le dieron un trozo de pan.

Los mancorins revivieron ayer esta singular y tradicional bajada del cuervo, que se efectúa en la localidad desde el año 1945. El cuervo Rasputín, protagonista indiscutible de la fiesta de Sant Antoni en Mancor de la Vall, es propiedad de la familia Alba Mateu del municipio y desde hace más de 25 años protagoniza este peculiar descenso. Anteriormente, el trabajo lo realizaba un cuervo disecado.

Esta fiesta popular, que fue seguida ayer por la tarde por más de un centenar de personas, viene a recordar el pasaje bíblico en el que se relata que Sant Antoni y Sant Pau estaban en el desierto muertos de hambre y fueron alimentados por un cuervo.

Después de la llegada de Rasputín a la plaza del Ajuntament, el cura de la localidad se encargó de bendecir las mascotas que trajo la gente, entre las que no faltaron perros, pájaros, caballos, ovejas y otros animales.

El desfile de las carrozas terminó de animar la fiesta. Los más pequeños fueron los que mejor se lo pasaron ayer por la tarde contemplando la participación de las diferentes carrozas.