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Ya han pasado casi diez años desde que Jaume Matas inaugurara el 19 de febrero de 1997 el polémico túnel de Sóller, un proyecto que destronó a Gabriel Cañellas y del que se siguió hablando años después no por las obras sino por el cobro de comisiones.

Hoy, el primer túnel de peaje del archipiélago funciona con total normalidad y el Coll de Sóller es sólo una ruta para melancólicos sollerics y turistas.

Cuando se abrió, circulaban por el túnel 5.000 vehículos diarios, y hoy, son casi 8.000, unos datos que se ajustan a la previsión de la concesionaria Túnel de Sóller, cuyos accionistas mayoritarios continúan siendo Fomento de Construcciones y Contratas (56 por ciento) y Banesto (33 por ciento).

Según los datos facilitados por Jordi Ferrer, gerente del túnel, la intensidad media diaria del túnel registrada en 2006 es de 7.916 vehículos, de los que un 92,63 por ciento son ligeros y 7,37 por ciento, pesados. El crecimiento con respecto al año anterior ha sido de un 3,6 por ciento, que se achaca a las obras de envergadura que se están ejecutando en Sóller: el túnel de sa Mola y la canalización de sa Costera. Cada día, numerosos operarios se desplazan a Sóller a sus puestos de trabajo y el túnel lo ha notado.

Con estos datos, el balance es positivo. «De estos diez años», indica Jordi Ferrer, «destacaría la normalidad de la infraestructura. En este tiempo, no ha habido ninguna desgracia personal».

«Venimos de cierta historia convulsa que no tiene nada que ver con la concesión y se ha conseguido funcionar con normalidad. No ha habido grandes quejas ni follones», agregó el gerente de la concesionaria.