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En el ya cálido ambiente preelectoral marratxiner, entre las promesas a tumba abierta, las aspiraciones a aumentar escaños y las plegarias en pequeño comité para salvar el estatus actual, cabe destacar dos hechos que pueden contribuir a alterar el panorama consistorial: la jubilación del histórico Miquel Bestard y la imposibilidad de un acuerdo preelectoral entre la izquierda. Bestard ha cumplido con creces un ciclo -casi 65 años, 35 de los cuales entre primer teniente y alcalde- y los lamentables acontecimientos familiares que ha vivido recientemente han provocado una salida que aunque anunciada en diversas ocasiones no se había llegado a producir. Si las cosas quedasen como ahora, faltaría saber hasta que punto su sustituto, Josep Maria Casasanovas, reproduciría el pacto de gobierno con PP o PSOE, ya que asegura que no está comprometido con nadie. Pese a todo, también se plantea la posibilidad de estar en la oposición, en cuyo caso afirma que seguiría trabajando por su compromiso con Marratxí.

Excepto este cambio de cabeza visible, todos los demás partidos actualmente representados repiten número uno de candidatura, pese a que a lo largo de la legislatura ha quedado claro que alguna formación podría mejorar varios aspectos y ganaría imagen y votos con un cambio en su liderazgo. Hoy por hoy los populares salen como «caballo ganador» y existe la posibilidad de que ni siquiera necesiten a ningún socio para gobernar durante la próxima legislatura. Debido a la tendencia polarizadora auspiciada por los partidos estatales, el PSOE sería la alternativa en cuanto a posibilidades de voto, y posiblemente esta reflexión marcó su negativa a la propuesta de la Plataforma Ciutadana Gent de Marratxí de crear una candidatura unitaria integrada por las fuerzas progresistas; tal vez la única manera de desbancar inicialmente el empuje popular. Tanto PSM como EU-Els Verds deberán seguir trabajando duro para mantener sus posiciones, obtener los difíciles votos para su primer edil y poder acceder a la posibilidad de conseguir un segundo representante. Ante esta situación, la entrada de Esquerra Republicana, nuevo en esta plaza, contribuirá a fragmentar un poco más el voto progresista, mientras que UM volverá a intentar la representación en un municipio en el que antaño llegó a tener mayoría absoluta. Del octavo en discordia -Partit Illenc de ses Illes Balears, sin implantación y sin firma conocida en la vida social de Marratxí- cabe decir como anécdota sorprendente que hay miembros de la lista que no conocen a su candidata.

Sea cual sea la composición que surja de las urnas, el próximo gobierno municipal deberá tener muy en cuenta la grave problemática urbanística, la saturación de cemento y tráfico que padece el municipio, la necesidad de nuevas infraestructuras sociales y escolares -desde «escoletes» hasta institutos-, la salvaguarda de las señas de identidad seculares -empezando por la lengua propia-, la protección efectiva de espacios naturales y la recuperación del patrimonio, representado de forma emblemática por la sangrante situación de la naveta pretalayótica de Son Caulelles.