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PEP ROIG
Se dice que el túnel de Sóller es uno de los más caros del mundo, en proporción precio por kilómetro. No es de precios lo que aquí se trata, sino de deficiencias, como lo son, concretamente, las tres goteras que empapan la calzada, día y noche, y que delatan mala impermeabilización, o falta de mantenimiento de las instalaciones, y es de eso que se quejan los usuarios que se han dirigido a este periódico.

Por razones al margen de la obra, su servicio y tarifas, el túnel de Sóller llegó a ser uno de los más famosos de España, por lo menos tanto como el del Cadí. Y es por eso que cuando el usuario se encuentra con la inesperada 'lluvia' cuando transita por el interior del túnel, no puede más que rememorar aquellos episodios que acabaron con el reconocimiento de delito de corrupción, pero con el sobreseimiento como dictamen final.

El problema no es tanto para los automovilistas como para los que circulan en motocicleta, a los que les cae el chaparrón subterráneo, del que sólo se salvan los avisados, y sortean las «cataratas», o bien las «disfrutan» bien provistos del indispensable impermeable.