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La historia de las antiguas possessions de Mallorca se perderá inevitablemente si continúa la evolución actual de espectaculares operaciones de compraventa de este valioso territorio, en las que no intervienen personas físicas sino sociedades empresariales. Estudiarlas, a partir del siglo XXI, será una tarea complicada para los historiadores, quienes en lugar de informarse a través de testimonios de los vecinos deberán dirigirse al registro mercantil. Y, aun así, será complicado saber quién está detrás de las sociedades limitadas, qué actividades se llevan a cabo o si conservan el patrimonio que en su día caracterizó a la sociedad mallorquina.

Los más jóvenes, de hecho, están creciendo sin conocer la belleza de estas fincas herméticamente cerradas a cualquier persona ajena a la propiedad. Banyalbufar es un ejemplo de esta pérdida de indentidad, aunque afortunadamente el pueblo no se ve inmerso en esta compleja situación. Siete de las diez emblemáticas possessions de este término municipal (Planícia, Son Bunyola, Son Valentí-Son Balaguerer, s'Arboçar, es Rafal, Son Bujosa y Son Coll), que ocupan una superficie de 1.205 hectáreas, están en manos de sociedades empresariales.

Son Bunyola es un caso paradigmático. Hasta 1994, Son Bunyola tenía propietarios con nombres y apellidos -Magdalena y Emilio Puig Marqués, ambos de nacionalidad venezolana-. El 18 de mayo de ese año se vende a Son Bunyola SL (casas antiguas), Son Balaguer SL (sa Terra Roja), el magnate británico Richard Branson (Punta de s'Àguila) y Son Creus SL (resto del predio).

El entramado empresarial se complica, a partir del 98 en que Son Balaguer SL es aportada como capital de la entidad Ganson SL y, en 2001, Branson se desprende de su finca y la vende a Son Creus SL. Todos los entresijos de estas operaciones de compraventa están siendo investigadas en la actualidad.

A día de hoy, a la lista de Son Bunyola SL, Son Creus SL y Ganson SL, hay que añadir Dinicero SL y Galliot 2000 SL, propietarias de la finca de Son Valentí. También en 1994, esta possessió se vende íntegramente a Son Balaguer SL (propietaria también de una parcela de Son Bunyola). En el 98, se segrega y aporta una parte a la empresa Dinicero SL. En 1999, el resto de la finca pasa a manos de la finca Galliot SL.