Es Fortí d'Illetes, fortaleza militar construida en 1890 y ubicada en un lugar de la costa de Calvià desde el que se domina toda la Bahía de Palma, está totalmente abandonada. El Consell de Mallorca lo declaró Bien de Interés Cultural en 2003 al ser un ejemplo de la arquitectura militar propia del siglo XIX. Y, aunque las instituciones oficializaron la protección del fortín, las instalaciones del antiguo campo militar continúan su formidable proceso de deterioro.
La propiedad denominada «Batería de Illetes» fue expropiada forzosamente y el Ministerio de Defensa, al abandonarlo, inició el procedimiento de reversión de la propiedad a sus titulares, al mismo tiempo que la Dirección General de Costas del Ministerio de Medio Ambiente se interesó por el terreno con el propósito de incorporarlo en su totalidad al dominio público.
El antiguo Fortí d'Illetes no levanta cabeza. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, ARCA y el Grupo de Fortificaciones de Mallorca han denunciado varias veces el estado de abandono en el que se encuentran estas construcciones que, por su valor patrimonial, goza de los niveles de protección más elevados de la Ley de Patrimonio.
En la actualidad, esta antigua fortaleza pertenece a un grupo inversor británico, que la adquirió por unos 3'9 millones de euros, después de que en 2003 la propiedad, familia del alcalde Carlos Delgado, decidiera ponerla a la venta. Pese a la insistencia de las diferentes asociaciones en recordar la importancia de su valor testimonial, por ser lugar para el estudio de una época escasamente documentada, ninguna institución se ha sentido hasta ahora aludida. Sorprende que un lugar tan protegido haya sido comprado por una empresa inversora que una vez desembolsado el dinero, lo abandona y no pretende (¿ni pretenderá?) recuperar su importante inversión, para hacer de él un hermoso parque natural marítimo terrestre o una zona deportiva, cultural ejemplar en el Mediterráneo o bien decenas de bloques de apartamentos para miles de futuros inquilinos, beneficiados por alguna recalificación del suelo.
En la Avenida Bendinat se está construyendo una serie de bloques de apartamentos de lujo que lindan con el campo de golf de Bendinat, una depuradora y las construcciones militares abandonadas. La tala de pinos puede observarse a simple vista y las banderas de la promotora flamean orgullosas cuando hay viento sur. Un sendero limítrofe con la construcción, sin rejas ni carteles de prohibición de paso, conduce a lo que fue el campo de fútbol del enorme predio. Al este, el mar; al oeste, el golf; al norte, la estación depuradora de aguas residuales.
En un momento de su mandato, la administración Nájera propuso convertir la zona en residencia de autoridades y este campo de deportes en un helipuerto. Sin alambradas que impidan el paso, se llega hasta la puerta principal del viejo fuerte. Soportes oxidados de lo que fueran aros de baloncesto miran al pasado militar. Las puertas de hierro están forzadas y en completo estado de abandono. La entrada libre de obstáculos permite pasear por las cuevas, túneles y antiguas celdas.
La legislación actual obliga a los titulares a un determinado régimen de visitas, que este diario ha realizado por el sendero que, aunque no está señalizado, permite acceder libremente a las instalaciones interiores. No hay ningún cartel que indique que se trata de la entrada sur del antiguo fortín.
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