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J.M.SASTRE/G.MAS Los padres y madres de un colegio de Manacor han decidido cambiar de ubicación una comida que tradicionalmente celebraban con los escolares en s'Ermita de Santa Llucia. El lugar escogido ahora han sido las Cases de Son Talent, y el motivo del cambio es el mal estado del oratorio, propiedad de los padres Dominicos que abandonaron Manacor en 2001.

Sin embargo, nada puede hacer pensar hasta qué punto s'Ermita y su entorno no son recomendables, ni que sea para una excursión de pasada. Pintadas, basura, mobiliario roto y destrozado, jeringuillas, colillas, botellas y latas de bebidas. Abandono total. Lo único que recuerda que el lugar acogió antaño una fiesta popular son cuatro bombillas rotas que aún cuelgan de cuatro hilos. Nada queda de aquellos años de esplendor donde los días de fiestas y romerías parecen inimaginables. De hecho, la berena fue cayendo en declive; actualmente no se celebra.

Pero no sólo se trata de una cuestión de salvaguardar los tesoros patrimoniales de Manacor o de dignidad, sino también de un tema de seguridad. Porque todos los jóvenes que ahora se desplazan habitualmente a s'Ermita para pasar las tardes o los anocheceres están en peligro ante cualquier acción osada que puedan realizar entre las ruinas de las construcciones.

Desde hace años, el motivo del abandono de este lugar está sobre el papel y el argumento que desde siempre aducen los padres Dominicos para no reformarla ni mantenerla, hay que buscarlo en el testamento que hizo el padre Llorenç que, con la ayuda de su familia, construyó el Oratorio. A su muerte, la legó a los padres Dominicos pero con una serie de cláusulas donde figura que allí no se puede hacer el mínimo negocio. De lo contrario, la ermita volvería a manos de los herederos del padre Llorenç. Los Dominicos se encuentran con el problema de que no tienen dinero para reformarla y después no pueden hacer ningún negocio para mantenerla.

Las Administraciones, por motivos similares, se encuentran atadas a la hora de poder hacer inversiones, puesto que la ermita y su entorno son de propiedad privada.