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MARIA ANTÒNIA VAQUER «Núcleo pintoresco, rodeado de pinares, donde la tranquilidad es el atractivo principal». Así describe el Ajuntament de Manacor en su página web la zona costera de Cala Murada.

Emprendemos una excursión con lupa, tanta belleza no puede pasar desapercibida. Nada más entrar en el núcleo, una carretera llena de baches da la bienvenida. De pronto, la carretera se estrecha dando paso a un cambio de rasante sin visibilidad.

«Hace años que pedimos al Ajuntament una solución, ya que hay muchos accidentes; se hizo un proyecto, pero todo sigue igual», explica Antoni Martí, presidente de la Asociación de Propietarios de Cala Murada.

«Las viviendas unifamiliares con jardín llegan a pagar 1.000 euros anuales de contribución y, a pesar de ello, no disponemos de servicios mínimos como el transporte público o un médico de la Seguridad Social», afirma Martí.

El lugar más emblemático de Cala Murada es su playa. Según la web del Ajuntament, «la playa es de aguas claras y está situada en la desembocadura de un torrente, donde se forma un estanque natural con abundante flora y fauna». La realidad es que lo que se encuentra es una charca, en la que hay el colector de aguas residuales y que falla una media de dos o tres veces al año. Mientras se soluciona la avería, las aguas se desbordan y van a parar a la charca que está muy sucia, a la vista de todos.

Las autoridades manacorines inauguraron hace dos años un paseo peatonal tras unas matas. Después de andar 500 metros encontramos su punto y final. «Esta iniciativa costó más de 140.000 euros y si no se cuida se deteriorará» comenta Martí, quien recuerda que las urbanizaciones de Els Pinars y Las Flores suman más de 600 viviendas y, «según la normativa, en estos terrenos sólo se podía construir la mitad».

Desde el Ajuntament de Manacor, el regidor Antoni Sureda apuntó: «Hacemos lo que podemos».