Los dos enmascarados, tras la suelta de las aves. Foto: SERGE CASES/ELENA BALLESTERO

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Se veía venir. Con una campaña promocional sin precedentes, la suelta de patos de Can Picafort batió ayer récord de asistencia. El morbo de comprobar si los enmascarados que el año pasado se colaban en la suelta oficial de patos de goma para lanzar aves vivas repetían la hazaña dio sus frutos y a las 11.30 horas, treinta minutos antes de la hora oficial de inicio del acto, los bajos del hotel Mar y Paz eran ya un hervidero de gente. El vuelo de las aves reales no se hizo esperar.

La policía controló esta vez por orden expresa de los responsables municipales los muelles de Can Picafort y Son Serra para evitar que embarcaran aves vivas, pero éstas llegaron hasta el lugar de la suelta oficial directamente desde tierra. A unos pocos metros, dos pequeñas barquitas hinchables pasaban desapercibidas entre la nube de colchonetas y flotadores. Sólo alguien entre el público se daba cuenta del detalle: «Al tanto con la barquita amarilla que parece que hay un enmascarado».

Aplausos
Dicho y hecho. Tres aves vivas emprendían el vuelo desde la pequeña embarcación que volaba ya vacía a la deriva ayudada por el viento norte. Del enmascarado, ni rastro, aunque unos metros más allá, un segundo enmascarado se acercaba a una pequeña barca roja para repetir la hazaña. El público rompía en aplausos.

En ese momento se desató la locura, todos los ojos puestos en el mar. Pero no hubo más. Los seis patos vivos tardaron incluso en ser atrapados y es que no sólo no llevan premio como los de goma, sino que son muchos los que temen represalias dado que la suelta de aves vivas está prohibida por ley.

Finalmente y tras una persecución difícil (las aves vivas huyen indudablemente mejor que las de plástico), uno de los captores era recibido con abrazos en tierra firme.

Unos metros más allá, el regidor de Fiestas, Nofre Plomer, daba inicio al sorteo oficial de premios, con una enorme sonrisa. Al igual que el año pasado, no vio nada. «La verdad que no he visto nada, ¿de verdad que han soltado patos vivos?», repetía una y otra vez.

En la oficina de la Guardia Civil, los ecologistas de Baldea interponían la correspondiente denuncia contra la suelta. Ya hace un año la Plataforma Balear para la Defensa Animal (Baldea) denunció la suelta ilegal pero las fuerzas de seguridad no lograron localizar a los infractores.