La caída de árboles dañó el firme de carreteras y muros.

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CARMEN RUIZ DE GALARRETA

El temporal que la semana pasada azotó a la Isla ha dejado importantes daños en las carreteras de montaña. Tanto es así, que será necesaria una inversión de emergencia de un millón de euros, según anuncia Gonzalo Aguiar, director insular de Carreteres del Consell de Mallorca.

Tras las primeras actuaciones de urgencia llevadas a cabo por las brigadas del Consell, que movilizaron a doscientos operarios, las carreteras están transitables pero necesitan ser objeto de importantes arreglos.

El tramo de vía más dañado es el comprendido entre Banyalbufar y Estellencs, a la altura de la Torre de ses Ànimes, donde se produjo un desprendimiento de unos 30 metros del bancal donde se sustenta la carretera. Además hay una grieta en la calzada. El tráfico no se ha cortado, pero sí se ha prohibido el paso a los vehículos pesados de más de tres toneladas y la circulación sólo se permite por un carril.

Las obras para arreglar el desprendimiento y la grieta se prolongarán durante un mes aproximadamente, con las consiguientes molestias para los residentes de la zona. En Estellencs, las complicaciones eran mayores porque sin la llegada de autobuses el municipio se quedaba incomunicado. Bartomeu Jover, alcalde de la localidad, asegura que los desplazamientos de la línea regular y de los estudiantes se está efectuando con minibuses y que otras compañías como el butano dan el servicio mediante furgoneta.

Entre Deià y Sóller, a la altura de Llucalcari, un pequeño tornado también destrozó el entorno de la carretera, donde cayeron numerosos árboles.

En el resto de carreteras, los trabajos se centrarán también en la reconstrucción de muros, en la mejora del firme dañado por la caída de árboles y en la limpieza de las cunetas. «El año pasado», recuerda Aguiar, «ya tuvimos que invertir un millón y medio de euros también por las fuertes lluvias y este año será un millón». Las obras, agrega, son muy costosas «porque tienen que ejecutarlas empresas especializadas en la reconstrucción de muros y evitar cualquier impacto en el entorno».

En ese sentido, Aguiar recordó que la carretera Ma-10 tiene 106 kilómetros de longitud, «y en ella no se pueden hacer grandes obras por el impacto ambiental». Según el director insular de Carreteres, «no se pueden colocar mallas por toda la carretera para evitar los desprendimientos, porque es inviable económicamente y medioambientalmente».