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F. BARRASA Conflicto ya crónico y paradójico en Llucmajor entre una fábrica dedicada a tareas de recuperación medioambiental y las consecuencias poco agradables de su trabajo para los humanos.

Una representación de los vecinos de Sa Marina de Llucmajor, agrupados en una asociación del mismo nombre que incluye a 47 propietarios de la zona, visitado ayer al alcalde, Joan Jaume Mulet y, una vez más, le expusieron «los problemas medioambientales que está ocasionando la planta de reciclaje y compostaje de s'Àguila, cuyo pestilente olor alcanza kilómetros a la redonda, además de las graves consecuencias que puedan derivarse en los acuíferos del municipio».

El alcalde llucmajorer recordó ayer a los representantes vecinales que el 31 de octubre de 2006 el Ajuntament ordenó el cierre de la planta de compostaje con un decreto de Alcaldía que, poco tiempo después, fue suspendido de manera cautelar por un juzgado de Palma.

A falta de sentencia definitiva, y desestimada una apelación del Ajuntament en abril de 2008, la planta de s'Àguila sigue funcionando con el amparo de los tribunales de Justicia, «muy a pesar de este Consistorio», señaló Joan Jaume.

Los vecinos se declararon «indefensos» respecto a una «situación insostenible para la salud». Tienen previsto entrevistarse hoy con el conseller de Medi Ambient del Govern para tratar el caso.