Los murers cocinaron sus propias paellas ayer. La ermita de Sant Vicenç reunió a más de 2.500 personas.

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M. RAMIS/A. POL

El cielo nuboso y las breves lloviznas que la mañana de ayer volvieron a amenazar a los tradicionales pancaritats que algunos municipios celebran el lunes de Pascua. Sin embargo, el cielo acabó por abrirse y en la mayoría de municipios la gente subió en peregrinación hasta ermitas y oratorios para comer una sabrosa paella con familiares y amigos. Cono fue el caso de Andratx, Muro, Pollença, Caimari y Mancor.

En Muro, cerca de 2.500 personas subieron hasta la ermita de Sant Vicenç para celebrar allí la segunda fiesta de Pascua. El Ajuntament puso arroz (seco) y ensaimada para todos y obsequió a los cocineros con un guante.

En Mancor, los vecinos subieron a pie hasta Santa Llúcia; los caimariencs, por su parte, se desplazaron hasta es Fronassos para degustar la paella que ofreció el Ajuntament. En Pollença, el pancaritat se celebró en el Puig de Maria.

El concurrido pancaritat de Selva, por su parte, quedó parcialmente suspendido debido a la lluvia. Ante la insistente amenaza, la mayoría de vecinos optó por cocinar y comer el arroz en la caseta, aunque varios grupos no se asustaron y se instalaron en los alrededores de la ermita de Crist Rei.

En Andratx la torre de la Fundació Illes Balears, conocida como la torre de Sant Elm, volvió a ser el escenario del tradicional pancaritat, que se viene celebrando en la zona desde 1920. Después de la misa en la pequeña ermita de la torre, vecinos y autoridades salieron al exterior para celebrar el día de fiesta con música y bailes. La única queja de los asistentes fue que por primera vez no se preparó ningún tipo de merienda como en años anteriores, que estaba a disposición de los presentes a un precio simbólico.

Por otra parte, el pancaritat que sí se suspendió, debido al riesgo de lluvia, fue el de Maria de Salut.