Uno de los dos enmascarados que el sábado al mediodía burló el cordón de seguridad en Can Picafort para soltar veinte patos de carne y hueso habla en exclusiva para el Grup Serra. Unas horas después de la treta, la excitación es más que visible. Se refiere a la suelta como una «amnistía para el animal» y revela algunos detalles del modus operandi. Todo estaba cuidadosamente medido y, sin embargo, algo falló.
«Esperábamos encontrar barcas hinchables para llevar los patos hasta la zona de la suelta, pero hubo un mal entendido así que tuvimos que improvisar y llevarlos nadando a mano, dos bolsas cada uno con cinco patos cada bolsa, doy fe de que soltamos veinte», explica el enmascarado, que obviamente no se deja fotografiar a sabiendas de una posible sanción.
Un buen trecho a nado
«Sí, sé que nos la jugamos con la suelta, nos puede caer una buena multa pero al final es dinero, da igual. Para mí, es más importante la tradición de los patos y el apoyo de la gente que recibo», dice aún emocionado. Aunque aún mira de reojo por lo que pueda pasar, se siente «completamente respaldado» por los picaforters, convencido de que «no hacemos daño alguno al animal, para unos podemos ser héroes, para otros villanos, para nosotros, la gente que hacemos esto, la fiesta de la suelta de patos no consiste en ver el sufrimiento de un animal, no hacemos daño al animal, es la suelta de un pato para que alguien lo coja y después todo el mundo lo lleva al torrente», dice.
El enmascarado, uno de los dos protagonistas del sábado (el año anterior habían sido cuatro), asegura sentirse «ecologista». «Yo soy ecologista y tengo el carnet de Greenpeace y del GOB. Dicen que el animal tiene estrés pero lo tiramos en su medio, en el mar y después lo cogen o no lo cogen. Los que capturan acaban en el torrente. Son patos de granja, si no los hubiéramos cogido habrían acabado muertos. Cierto, no hubieran tenido estrés, pero para mí es como una amnistía, cinco minutos de estrés por toda una vida de libertad».
«Pienso que para los proteccionistas es muy cómodo prohibir esta fiesta, eso supone para ellos apuntarse algunas medallas, pero no se meten con otras cosas más importantes como los toros. Creo que van a lo cómodo o a las cosas más fáciles de parar. Lo que no me gusta son sus maneras», dice.
Respecto a las acusaciones lanzadas por los proteccionistas de Baldea sobre la posibilidad de que los enmasarados cortaran las alas a los patos para impedir que echaran el vuelo el sábado en Can Picafort el enmascarado las desmiente tajantemente. «Doy fe de que no es así, porque además alguno voló a la hora de meterlo en la bolsa y, después, tuvimos que cogerlo», dice.
Antes de despedirse confirma su intención de continuar soltando patos de carne y hueso el 15 de agosto del próximo año.
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