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Por fin. Pasaban algunos minutos de las ocho de la mañana cuando el mercado de abastos de Inca abría definitivamente al público. La apertura llega cinco años y medio después de que se iniciaran las tareas de demolición del antiguo edificio y cuatro después de la primera fecha para abrirlo que dio el Ajuntament.
La puesta en funcionamiento de la infraestructura se desarrolló «como la seda», en palabras del presidente de la sociedad que explota el mercado, Mateu Cabot. Efectivamente, el estreno transcurrió tal y como se había previsto y no se produjo ningún incidente destacable. Además, coincidiendo que ayer era jueves (día de mercado en Inca), centenares de personas entraron y salieron a lo largo de la mañana del nuevo recinto. «Las ventas han ido muy bien», añadió Cabot, quien también es el propietario de la pescadería.
Las únicas quejas que se oyeron las motivaron las rampas que hay en dos portales de acceso al recinto, cuya pendiente «es excesiva». El regidor de Comerç, Felip Jerez, se apresuró a aclarar que estas rampas no son para los minusválidos ni para los cochecitos de las criaturas, sino «para poder subir y bajar las carritos de la compra». Asimismo, también falta instalar los carteles que advertirán de la prohibición de acceder al recinto con animales.
El mercado de víveres tiene cuatro puestos de fruta y verdura, dos carnicerías, pescadería, panadería, floristería, bar y puestos de frutos secos, de comidas preparadas y de especias. Permanecerá abierto de lunes a viernes, entre las 8 y las 14 horas, excepto los viernes, que cerrará a las 20 horas. El Mercadona, que también abrió ayer, se encuentra en el primer sótano. El aparcamiento, con capacidad para 212 plazas, abrió hace tres semanas. Ahora, sólo falta llenar la primera planta, donde se trasladará el departamento de Urbanismo del Consistorio, y los seis locales comerciales exteriores, que se alquilarán. La puesta en marcha de la infraestructura habrá supuesto la creación de 80 puestos de trabajo.