Imagen de la parada de taxis del Port de Pollença, donde denuncian el aumento de taxistas piratas. | Elena Ballestero

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Estos días se cuece en la Part Forana una auténtica rebelión en el gremio de los taxis. Cansados de competir contra los taxis piratas, los chóferes de los distintos municipios comienzan a adoptar medidas de presión para obligar a sus clientes a contratar las carreras directamente en la parada.

Hace quince días fueron los taxistas de Soller quienes dieron la voz de alarma cortando el servicio a los hoteles. Esta semana los taxistas de Pollença plantean la posibilidad de eliminar el radiotaxi lo que obligaría a los usuarios a desplazarse necesariamente hasta las paradas autorizadas en busca de un vehículo legal.


Taxímetros

Al problema de la competencia desleal (se calcula que solo en Pollença los piratas provocan pérdidas de entre 3.000 y 3.200 euros por vehículo y temporada) se suma ahora la obligatoriedad de instalar taxímetros antes de final de año (actualmente la mayoría de pueblos funcionan con tarifas fijas). Todo ello sin olvidar la guerra entre los taxistas palmesanos y foraneos por los viajes con salida o destino en los puertos y aeropuertos, los más rentables que se prestan.

«Los momentos que estamos viviendo en el sector son difíciles pero si eres taxista en un pueblo en el que dependes de la temporada turística son más difíciles», explica el presidente de los taxistas de Pollença, Pedro López.

«Cada día aumenta el número de furgonetas y coches que ejercen de taxistas ilegalmente y la competencia de los taxis de la clase C (antiguos vehículos de lujo con chofer reconvertidos en taxis de 8 plazas) captando clientes en las recepciones de los hoteles ilegalmente, incumpliendo la normativa de contratación de pasajeros», dice López.

El presidente de los taxistas se reunió esta semana con la regidora Maria Buades para pedir al Ajuntament que forme a sus municipales para que puedan realizar inspecciones e inmobilizaciones de taxis piratas.

«La normativa dice que los coches de la clase C tienen que tener unas oficinas donde se contratarán los servicios y unas cocheras donde permanecerán siempre que no estén realizando un servicio, pero los podemos ver aparcados en las calles de los municipios costeros a la espera de la contratación de viajeros», dice Pedro Pablo López. Los taxistas de Pollença ya han dejado de prestar servicio a un hotel «porque solo nos llamaba para realizar trayectos pequeños y los servicios al aeropuerto se los asigna a vehículos de la clase C», explican.