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«No es de recibo que los antitaurinos vayan dando lecciones de moral y que a la vez actúen como vándalos y se carguen el mobiliario de la plaza de toros». Son palabras de Tomeu Llobera, responsable de mantenimiento de la plaza de toros de Inca. Llobera denuncia que la madrugada del 30 al 31 de julio, tras el concierto que la banda de pop Vetusta Morla ofreció ante unos 4.000 asistentes, un grupo de gamberros se dedicó a destrozar parte del mobiliario de la plaza.


Básicamente, los vándalos reventaron puertas de madera e hicieron pintadas con mensajes antitaurinos sobre los marcos de las puertas, en las cisternas de los retretes y encima de otras superficies diáfanas. Hicieron pintadas, incluso, sobre los círculos blancos de los burladeros. Los mensajes dicen siempre el mismo: 'Abolición tauromaquia. Ni arte ni cultura. Asesinos'. Aparte de las pintadas, alguien también robó focos, material de iluminación y barreras propiedad del Consistorio.


'Indignado'


Llobera, que se mostró «indignado», relató que los hechos se produjeron entre las 4 y las 5:30 horas de la madrugada. El concierto de Vetusta Morla acabó hacia la una; luego, la fiesta continuó con la actuación de tres DJs. Hay que decir, asimismo, que los organizadores del concierto habían contratado un servicio de seguridad y vigilancia. Sin embargo, nadie vio quién ni cómo se cometieran los actos vandálicos, que se sepa.
Cabe remarcar que al día siguiente la plaza de toros acogió un espectáculo de rejoneo. Llobera interpreta que los autores de las pintadas sabían que había un rejoneo programado y que probablemente las hicieron aposta, «para provocar».


Pese a que el concierto figurara en el programa de actos de las fiestas patronales, el Ajuntament no participó de la organización: «nos limitamos a colaborar en el montaje de escenario», explicó el portavoz de la Corporación, Felip Jerez.


La plaza de toros de Inca, que el año pasar celebró el 100º aniversario, es propiedad de un empresario local. Llobera explicó que el recinto fue «cedido gratuitamente». Según Llobera, «quien debería pagar los destrozos son los que los causaron, es decir, los antitaurinos».


El responsable de mantenimiento recuerda, asimismo, que el recinto inquer es objeto de pintadas y otros actos vandálicos «cada dos por tres». «Yo respeto a los antitaurinos; que los antitaurinos me respeten también a mí», sentenció.