Declaraciones de Antonia Company, propietaria de la administración que vendió el segundo premio del sorteo de El Niño, y Jessica Leo Seguí, que imprimió el décimo. | Elena Ballestero

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Dice la sabiduría popular que no hay dos sin tres y así ayer a mediodía, a punto de cerrar sus puertas, la administración de lotería número 60.070 del Port de Pollença era un hervidero de gente dispuesta a probar suerte con el euromillón.

La terminal electrónica de esta administración expidió el único décimo agraciado ayer en Mallorca con el segundo premio de la lotería del Niño del número 92.225. Ni más ni menos que 100.000 euros. La misma terminal ya había repartido el 22 de diciembre pasado parte de un quinto premio del sorteo de Navidad.

«Este sistema de terminales está muy bien. La gente elige un número que se le vende si está disponible o si lo prefiere puede pedir un número al azar. Lo curioso es que cuando te piden una serie entera y ven que solo les das un papelito hay clientes que se echan atrás y te lo devuelven», explicó ayer Francisco Riutort, copropietario del negocio que comparte con su esposa Antonia Company.

El sorteo de ayer pilló totalmente desprevenida a la familia propietaria del estanco que pasaba la mañana de Reyes en casa y se desplazó hasta el negocio, ubicado en la calle Joan XXIII rápidamente y al completo (tienen un hijo y una hija, Toni y Marta) tras avisarles una empleada de que volvían a repartir suerte.

Medio en broma medio en serio (quien sabe cuál es el punto de verdad del asunto) la dependienta, Jessica Leo, explicó ayer que el décimo, lo vendió ella personalmente a la 19:15 horas del jueves. Aseguró que lo tiene «una señora del Moll de la que no recuerdo la cara» y contó cómo «me pidió un décimo del 91.225 pero me equivoqué al marcarlo y marqué el 92.225 le pregunté si no lo quería y al final se lo llevó».

La administración 60.070 acumula toda suerte de amuletos alrededor del expendedor de la suerte. «La gente me va trayendo cosas y ahí las vamos poniendo», decía ayer Francisco Riutort. Brujas y gnomos comparten espacio con toda clase de santos.

El caso es que desde que el estanco repartió el quinto premio del sorteo de Navidad las ventas se han disparado. «Ha sido un show, no puedo decir cuánto hemos vendido, la cola no daba la vuelta a la calle como en Doña Manolita, pero han subido mucho las ventas», explicó Francisco Riutort.