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«No era un campamento de soldados sino de prisioneros y por ello llámenle el campamento de los prisioneros». Con estas palabras, el ex preso Paulí Pallàs (Girona, 1920) recordaba ayer su paso por este enclave de la represión franquista en Artà tras pasar en él varios años de su vida una vez concluida la Guerra Civil.

El propio Pallàs entregó ayer al Ajuntament d'Artà fotografías de su paso por el campamento y documentos originales como cartillas o el certificado de su salida del centro. Un material que fue recepcionado por el alcalde accidental Guillem Caldentey y otros regidores del Consistorio. Dicha documentación será guardada en las dependencias del Arxiu Municipal d'Artà para su estudio y divulgación.

El acto contó con momentos de emotividad al relatar el propio Pallàs episodios vividos en el campamento y por el que pasaron unos 400 prisioneros condenados a trabajos forzados. El ex preso contó sus vivencias desde que en 1936 su aliara con el bando republicano, con tan solo 16 años, y fuera testimonio de las atrocidades bélicas «que me han marcado la vida». Una vez finalizada la Guerra Civil huyó a Francia para luego en 1940 volver a España tras la llegada de los nazis el territorio galo.

Testimonio

Detenido en Figueres es trasladado hasta Reus, Madrid y Cádiz, en Puerto de las Palomas, «donde pasé el peor año de vida». Luego recaló en Mallorca y desde el Castell de Bellver nos enviaron a Artà. «Llegamos de noche en tren y dormimos en la estación. A primera hora todo el batallón caminó hacia Son Morey, a unos nueve kilómetros, y se establecieron seis grandes tiendas de campaña que utilizaron 400 hombres algunos muy enfermos», comentó. «Hicimos un campamento nuevo y al poco tiempo todos los mandos fueron relevados por malas prácticas», sentenció Pallàs.

Desde finales del año pasado, la Associació d'Amics del Campament dels Soldats ha iniciado unas excavaciones en la zona con el objetivo de conocer la vida y la rutina de los prisioneros de Franco. Un episodio negro de la historia de Artà.