TW
0

El contrabando se convirtió en uno de los puntales básicos de la economía del pueblo para satisfacer las necesidades de una población dedicada a las tareas del campo. Así lo cuenta Cristòfol-Miquel Sbert i Barceló (Santanyí, 1943) en su libro publicado en 2007, El caciquisme i el seu temps. Santanyí (1868-1936). El contraban .

Por su situación geográfica y su proximidad con la costa africana, muchos jóvenes santanyiners de hasta 40 años que optaron por compaginar el contrabando con sus respectivas profesiones. Era, pues, una alternativa a emigrar o vivir en la pobreza.

«Se trataba de un comercio paralelo al sistema fiscal que hacía siglos que se efectuaba, de hecho todo el pueblo sabía quién se dedicaba a ello y contaban con la complicidad de los vecinos» comenta Sbert.

Los contrabandistas formaban parte de una sociedad y éstos se dividían en capitalistas -los que se arriesgaban en las barcas- y portadores -los que los transportaban, una vez a tierra, por las noches-, siempre con la vista gorda del Ajuntament y los sobornos a la Guardia Civil.

«Era como una agencia que distribuía juguetes, recambios, tabaco y otros objetos que se escondían en lugares ocultos de las casas particulares para luego ser vendidos y durante la posguerra se impulsó la venta de café, azúcar o harina», explica el historiador.

La posguerra también trajo el estraperlo como comercio ilegal y clandestino a precios más elevados que los productos de aduana.