Los zapateros enseñaron cómo se hacía el calzado tradicional. | Antoni Pol

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Lloseta ha acogido este fin de semana la decimoquinta edición de la Fira de sa Sabata i Artesania, un evento que, a juzgar por el número de visitantes, está plenamente consolidado. No hay recuentos oficiales, pero miles de personas han llenado el centro de la localidad a lo largo del fin de semana. Es sin duda una de las ferias que más éxito cosecha.

Paradójicamente, la industria local del calzado ha seguido cayendo. De la decena de empresas que participaron en la primera edición solo quedan tres (Bestard Mountain Boots, Miquel Ortopèdics y Comes-Cabrit). Sin embargo, ello no ha quitado presencia al zapato en la feria. Este año, el Consistorio ha invitado a otras firmas no llosetines pero sí mallorquinas (Lottusse, Tiamer y Ballco) y les ha ofrecido la posibilidad de montar puesto con las mismas condiciones que las empresas locales.

Hay que mencionar también la presencia de otras industrias artesanales como trabajos de pier¡dra o el tenderete que montó la empresa local de fabricación de tejidos Riera. Destacar también las jornadas de puertas abiertas en el convento, ahora reconvertido en albergue. El resto, más o menos igual que en años anteriores: los feriantes montaron sus puestos alrededor de la plaza, del Palau dAiamans y la calle Mestre Antoni Vidal.