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Este año, 17 parejas de buitres negros han criado en la naturaleza mallorquina. Onze de ellas siguen ocupando la mítica franja costera entre las fincas de Ternelles y Ariant en Pollença.

Desde que en el año 2012 el matrimonio Gildemeister donara a la Fundación Vida Silvestre Mediterránea la mítica finca de Ariant, el número de parejas de buitre en la finca ha crecido de una a cinco. Ariant es hoy un auténtico santuario para el buitre negro. Un millar de hectáreas y tres kilómetros de costa en los que la naturaleza campa a sus anchas.

«En Ariant hay también tres parejas de águila calzada, una población importante de halcón de Eleonor y también una fuerte presencia del ferreret», explica Juan José Sánchez, director de la fundación. Sánchez destaca que «la finca da pollos de buitre cada año que tienen que buscar nuevos territorios extendiendo la presencia de la especie hacia Valldemossa, Mortitx, Andratx...»

La finca no está abierta al público general, pero sí al voluntariado, combinado con labores de concienciación y educación medioambiental. «Debemos limitar el paso, no hay más remedio. Después de trabajar durante años contra el veneno, la tranquilidad en las zonas de nidificación y la disponibilidad de comida son la clave en la conservación del buitre», concluye Sánchez.