Joan Gomila, junto a familiares y miembros del Patronat de Sant Antoni en la celebración de su centenario.

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El primer Dimoni Gros que cumple cien años. Tiene una mente lúcida, recuerda con claridad todas las anécdotas y no se le escapa ni un detalle de los diferentes episodios vividos. Joan Gomila Riera (Manacor, 1915), conocido por ser uno de los dimoni gros con más porte, celebró este pasado domingo su centenario rodeado de toda su familia y amigos.

Y lo hizo a lo grande. Con una fiesta en la que quedó bien demostrado el cariño que le profesa la localidad. No faltó de nada: dedicaciones, photocall, música, poemas y reconocimientos. El Patronat de Sant Antoni le entregó una placa y el Ajuntament y la asociación de vecinos también tuvieron sus detalles.

«A los cinco años me diagnosticaron las fiebres tan temidas en aquella época. Pocos se salvaban. Yo tenía el baúl hecho. También me he escapado de la guerra, donde vi morir a mucha gente. Recorrí en 1936 durante 26 meses toda España. Recuerdo los bombardeos y los ataques. Tuvimos miedo. También he padecido un infarto, me han operado de la cadera, pero aquí estoy, celebrando cien años. Parece que el tiempo no hubiera pasado. Cuando estoy sentado es como si tuviera 40 años». Así lo explicaba Gomila a Ultima Hora.

Tiene dos hijos, cinco nietos y 7 bisnietos que le han reportado muchas alegrías. Se crió en el campo y tuvo diferentes oficios. Se retiró en el 80 después de trabajar en una gasolinera. Le gustan los concursos de la tele y no se pierde las noticias. De su época como dimoni explicaba que «la fiesta ha cambiado mucho. Ahora hay mucha más gente que sigue la tradicición. Antes trabajábamos más. Sólo era la comitiva. El día de Sant Sebastià, en na Camel·la, con veinte céntimos o una peseta bailábamos en cada casa. Ahora es diferente».

Su memoria es brillante. Es capaz de recordar, sin ninguna dificultad, los nombres de los comandantes, de cada uno de los pueblos, de las estaciones de trenes que visitaron durante la guerra, incluso del ‘rancho' que les servían, o si llovía o hacía mucho frío. «Fue una época muy dura. En una ocasión nos prepararon garbanzos para comer, pero luego hubo un bombardeo y hubo legumbres por todo».

Asegura no tener ningún secreto para mantenerse en forma a los cien años. «Es que me parece que no ha pasado tanto tiempo. Hago mi vida normal. Me gusta tomar un café cuando he comido y, por las mañanas, me reúno con los amigos a pasar el tiempo».

Recuerda con cariño el pasado y reconoce que «los jóvenes de hoy en día son los que peor lo van a pasar. Nosotros los viejos y los que tienen trabajo van a seguir navegando».

Está al día de todo lo que se cuece en el mundo y siempre tiene una sonrisa para todos. Y quiso dejarlo claro: «En el próximo centenario no voy a invitar a nadie. Esta vez quiero celebrarlo en la intimidad».