Los puestos de venta de dulces y pasteles se vieron saturados de público durante todo el día.

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Esporles acogió el domingo su Fira Dolça, una de las más emblemáticas de Mallorca, que cumplió su XI edición con una asistencia masiva de visitantes.

Alrededor de un centenar de expositores, a cargo de pastelerías de la localidad, de pueblos próximos y de Palma, ofrecieron sus productos más populares. Cremadillos, ensaimades, crespells, panades, coques y robiols se acumularon ante los mostradores, según la especialidad de cada pastelero.

Los visitantes también pudieron presenciar la elaboración de pasteles y helados artesanos. El tambó d'ametlla, los panellets y la coca de torró contaron con su propio espacio, así como las bebidas refrescantes de producción mallorquina a base de cola y limón, envasadas en las clásicas botellas con tapón de alambre. Esta faceta, que es el eje central de la Fira, se vio complementada con artesanía local, talleres creativos, comidas caseras, así como una exposición de coches y motos clásicas.

Por la mañana, la alcaldesa de Esporles, María Ramon, acompañada por el presidente del Consell de Mallorca, Miquel Ensenyat; el conseller de Medi Ambient del Govern balear, Vicenç Vida, y los regidores del consistorio, hizo un recorrido por la calle Ramon Llull, eje de la Fira.

Por otra parte, el colectivo Salven la Tramuntana divulgó un manifiesto en catalán, castellano, inglés y francés, con recogida de firmas, en el que solicitó la conservación de la Serra, un entorno no masificado, un turismo de calidad no necesariamente elitista, un paisaje vivo, poner fin a los abusos, una ordenación del uso recreativo no excursionista, el apoyo del excursionismo tradicional y el desarrollo de los instrumentos de protección.