El ‘Sermó’ tiene lugar en la primera misa del Domingo de Pascua que se celebra en Sant Bonaventura. | Teresa Ayuga

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Llucmajor es el único municipio de la Isla que conserva vivo el Sermó de l’Enganalla, una tradición que se ha perdido en otros municipios como Montuïri, Algaida, Vilafranca o Felanitx. El Sermó tiene lugar el Domingo de Pascua en la primera misa que se celebra en el templo de Sant Bonaventura. Fue introducido por los franciscanos en el siglo XIX sin que se tengan noticias de que haya tenido lugar con antelación, según Miquel Sbert, experto en cultura popular.

A propuesta del Ajuntament de Llucmajor, el Consell de Mallorca lo ha declararado este jueves fiesta de interés cultural. El Sermó de l’Enganalla es un duelo entre el predicador y el organista. El primero hace todo lo posible para terminar la predicación cuando menos lo espere el organista, que comienza a tocar en las postrimerías de la disertación. El organista interpreta el Al·leluia pascual. Al parecer, esta costumbre se encuentra enraizada en el risus paschalis, el reir de Pascua.

En la obra El convent de Sant Bonaventura de Llucmajor. Història i Art, coordinada por Salvador Cabot Rosselló, se describe el Sermó de l’Enganalla que tuvo lugar el día de Pascua de 1956: «El predicador ha de estar dispuesto a que, durante todo el día, cuando lo vean las personas más conocidas del convento, le digan con un poco de burla que le han engañado. Dentro de la polissonada de quererse engañar el uno al otro se ha de atender a unas reglas: El predicador no puede acabar el sermón antes de decir que Cristo ha resucitado, y el organista ha de permitir que el predicador haga los anuncios que corresponde, entre los que no puede faltar el de la próxima bendición de los frutos en Cura». El origen, según la tradición, estaría en los fuertes deseos que tenían los feligreses antiguamentede poner fin al período de ayunos y rigurosidad de la Semana Santa. Tenían deseos de acudir a la procesión de l’Encontre y poder degustar las panades. Si el sermón que pronunciaba el celebrante de la misa pascual se prolongaba en exceso, el órgano comenzaba a sonar y el coro a cantar para dar por finalizada la celebración.

El Consell de Mallorca argumenta que después de haber sido restaurada por los franciscanos, esta tradición ha adoptado un carácter más popular y se ha convertido en una de las más arraigadas en Llucmajor, registrando una gran participación y «siendo percibida por la gente como un elemento característico e impresdindible de las celebraciones del ciclo pascual». Por lo que considera la fiesta como Interés Cultural.

Aunque siempre tenga lugar en el mismo lugar y en la misma época del año, el sermón nunca es el mismo, puesto que depende del ingenio de los protagonistas.

La institución insular considera que el hecho de que tenga vigencia en Llucmajor y haya desaparecido del resto de la Isla demuestran su vulnerabilidad y que hace falta salvaguardarlo para las generaciones futuras.