Imagen de una redada en la calle a un grupo de prostitutas. | Michel's

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Poco a poco la imagen de los principales zonas turísticas de Calvià tradicionalmente enfocadas al ocio nocturno van transformando su imagen, gracias a las inversiones hoteleras y a algunos sacrificios del sector comercial. Sin embargo, todos estos esfuerzos siguen chocando con una problemática que se ha convertida ya en principal en Santa Ponça y Magaluf: la prostitución callejera.

Mientras en el inicio de esta temporada turística los supermercados han aceptado retirar el alcohol de sus escaparates y a los locales con música no les ha quedado otra que invertir en nuevos sonómetros para mitigar los decibelios, la presencia de meretrices en calles como Punta Ballena o Ramón de Montcada persiste inamovible.

Este hecho, agravado con la también incólume persistencia de la venta ambulante ilegal, ha provocado enorme malestar entre el comercio de Magaluf y Santa Ponça, hasta el punto que la polémica se ha trasladado hasta el muro de Facebook del alcalde Alfonso Rodríguez Badal.

Frente al debate suscitado y las denuncias formuladas en el perfil de edil en la mencionada red social, a Rodríguez Badal no le ha quedado más remedio que responder con un largo post en el que reconoce que el problema de la prostitución callejera «es un problema muy grave, complicado de controlar», y que las mujeres que la practican lo hacen «como excusa para perpetrar robos con violencia y hurtos».

No obstante, el alcalde socialista recuerda que la Policía Local «no tiene competencias propias en seguridad ciudadana», al tiempo que reitera su petición a Delegación del Gobierno para incrementar los efectivos de la Guardia Civil. Asimismo, el alcalde también apunta que la posible solución al problema en la zona costera de Calvià «pasa también por un cambio en la calidad los turistas y el tipo de producto ocio nocturno» en las zonas de Santa Ponça y Magaluf.