El festejo del centenario de la Monumental de Muro pasará a la historia por la esperpéntica lidia de ocho toros. En la imagen, un toro derriba al picador, aunque sin consecuencias. | Pilar Pellicer

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Muro puso este domingo punto final a los festejos taurinos celebrados con motivo del centenario de la Monumental con una corrida de toros mixta que a punto estuvo de no celebrarse. El motivo fue que los matadores se negaron a torear porque no habían cobrado los honorarios establecidos en sus respectivos contratos. Comenzó entonces una serie de reuniones para intentar que el festejo saliera adelante, mientras el público, ajeno a lo que estaba sucediendo, comenzaba a impacientarse.

Tras una media hora de tiras y aflojas, la terna de matadores, Javier Castaño, Alberto Lamelas y Cristian Escribano, según los comentarios que se sucedían en el callejón, recibían parte del dinero acordado y garantías de que percibirían el resto de sus honorarios. Cuanto todo parecía solucionado, tras matar Javier Castaño a su primer todo, el festejo se volvió a detener. En esta ocasión, el «sublevado» fue el propietario de la cuadra de caballos, que también exigió a la empresa garantías de que cobraría. Otra media hora de demorar en una tarde que parecía interminable.

Se retomó entonces, ya con una hora de retraso, la lidia de los restantes seis toros, que fueron sucediéndose hasta que en quinto –el segundo del rejoneador Roberto Amendáriz– la iluminación de la Monumental de Muro se apagó ante el enfado generalizado el público, que empezó a lanzar objetos sobre el ruedo ante el espectáculo lamentable que estaban presenciando.

A oscuras

A pesar de peligrosidad que acarreaba la lidia, por la poca luz, Armendariz logró acabar la faena a su segundo toro. El público presente reconoció su labor y el jinete recibió una oreja.

Tras este tercer incidente se volvió a reanudar una lidia en la que el público mostró en repetidas ocasiones su enfado. Alberto Lamelas logró en el segundo de su lote cuajar, sin duda, la mejor faena de la tarde con un toro muy bien picado y con el que logró cortar una oreja.

En el que cerraba plaza se volvió a apagar la luz justo cuando el toro saltaba al ruedo. Volvió a los corrales, pero tras subsanar este nuevo problema eléctrico, Cristian Escribano pudo finalizara la lidia, poniendo fin a un festejo que duró más de 4 horas y media.

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Cartel

Se lidiaron reses de Onsareño (2) y Partido de Resina (6), muy serios, que no permitieron el lucimiento.

Roberto Amendáriz: Ovación y una oreja

Javier Castaño: Ovación y pitos

Alberto Lamelas: Silencio y oreja

Cristian Escribano: Silencio y silencio

La Monumental de Muro registró una de media entrada, en una tarde-noche caótica.