Los sembrados de trigo, cebada y avena son los que están en peligro si no se aceleran las lluvias, que estos meses de enero y febrero han sido escasas o casi nulas. «Hace unas semanas estábamos en alerta amarilla, pero la situación ahora ha pasado a color naranja y los agricultores están preocupados porque ven peligrar la cosecha», explica el gerente de Asaja, Joan Simonet, que recuerda que hace dos años ya perdieron buena parte de la cosecha debido a las inundaciones de 2017.
También desde Unió de Pagesos, su secretario general, Sebastià Ordinas, advierte de la preocupación del sector. Recuerda que el cereal empieza a sembrarse en el mes de noviembre, mientras las variedades de ciclo corto se plantan hasta en febrero. «Estas variedades se han tenido que sembrar ahora, hace dos semanas estaban cultivándolas ya que no pueden esperar más a pesar de que las precipitaciones sean nulas», explica.
Las zonas más afectadas son los municipios del Pla, tierras donde tradicionalmente se cultivan cereales, y una parte de Campos, donde se cosechan forrajes para el ganado.
Desde Asaja recuerdan que el forraje ha crecido muy poco, por lo que si no mejora la situación vaticinan que los forrajes serán escasos con la consecuente pérdida económica para quien los cultiva, o el incremento del gasto para aquellos que tienen que comprarlo.
Además de los cereales de trigo, cebada y avena, Simonet también destaca las malas previsiones para los campos de legumbres, principalmente favó, guisantes y garbanzos, todos ellos cultivos en extensivo que necesitan agua para que la planta pueda crecer y no se seque antes de tiempo sin producir el fruto. La temporada de cosecha suele empezar a finales de mayo o principios de junio.
La situación, recuerda Sebastià Ordinas de Unió de Pagesos, es extrapolable a otros cultivos de secano que también se ven afectados por las nulas precipitaciones. «Incluso hay agricultores que han empezado a regar la viña», advierte Ordinas.
La preocupación de los agricultores de cereales es razonable ya que la situación actual se repitió no hace mucho. Todos tienen en mente las escasas cosechas de 2016, debido a la sequía, mientras que en 2017 perdieron buena parte de sus cultivos por las inundaciones que afectaron principalmente a los municipios del Pla de Mallorca. De momento, la situación es de contención, ante la espera de que las previsiones meteorológicas anuncien precipitaciones y puedan recoger el fruto de tantos meses de trabajo.
3 comentarios
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Mallorca está rota.El capitalismo salvaje se la ha cargado.Dentro de muy pocos años,no lloverá ni en otoño.Sembrar de asfalto los campos sigue siendo la consigna coreada por la mayoría de la población.Toda esta maldad será castigada.
Si en los campos además de sembrar se plantaran árboles otro gallo cantaría,porque los árboles hacen que se retengan minerales en el terreno,agua subterránea y atraen las precipitaciones ...Si se usa Ecosia como buscador en vez de Google plantan árboles por las búsquedas
Un mundo abandonado a su suerte, mientras los golfos siguen ejerciendo en la sombra y aparecen para el voto que les mantegan cuatro años más a cargo de estos, seguimos peor que antes, pues han destrozado el mundo rural y agricultura. Sigan VOTANDO QUE LES IRÁ MEJOR CON ESTOS PERSONAJES del abrigo y del variado.