La celebración religiosa tuvo lugar en los jardines que rodean el oratorio de Sant Blai y contó con la presencia del obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, que bendijo a los feligreses. Al mediodía, los asistentes pudieron degustar una gran paella además de actividades lúdicas y demostraciones artesanales. | Gori Vicens
Campos10/02/20 4:01
Decenas de vecinos de Campos y visitantes no se perdieron este domingo la diada de devoción en honor a Sant Blai, co-patrón de la localidad. A pie o en bicicleta recorrieron los tres kilómetros que separan la localidad con el Oratorio dedicado al santo, en la carretera de la Colònia de Sant Jordi.
3 comentarios
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... quién pide respeto? nadie ha faltado el respeto a nadie... a mí me preocupan mis semejantes, y si veo que se gastan los duros en las casas de apuestas, arriesgan su salud con las drogas o se dejan abducir por sectas destructivas, me reservo el derecho a opinar sobre todo ello, y de poner a parir a los salones de juego, a los narcos y a los líderes de las sectas y sus organizaciones respectivas... no se falta el respeto a las víctimas que caen en éstas y otras situaciones, sino que se señala lo pernicioso que son, para que las víctimas reaccionen... si no quieren reaccionar, es su problema, pero que no pidan respeto por los entramados que los vampirizan, porque identificarse con éstos es como admitir que tienen un problema
Manumenorca nadie te obliga creer en ello solo con respectar a los otros ya basta si no te gusta no vengas. Dormiremos por la noche igual
... no sabía que en la isla vecina se realizasen este tipo de fiestas más propias de exhibiciones de hechiceros de tribus tercermundistas... ¿poderes curativos? sí, lo que da salud al que esparce bendiciones son los dineros que replega al comerciar con este tipo de baratijas... supongo que estarán sujetas a control normativo por Hacienda, ¿no? entiendo que la gente acuda a una fiesta para verse, comer paella y pasar el rato... pero hablar de poderes del tipo que sea, nos retrotrae al medievo... creo que hay que depurar nuestras fiestas de lo que nos puede avergonzar de cara a la modernidad del siglo y a nuestros vecinos que nos visitan