El coste de la redacción del proyecto se calcula en unos 40.000 euros, «una cifra inasumible para un ayuntamiento pequeño como es el nuestro», explica el alcalde de Lloret, Antoni Bennasar. Ahora el Consell redactará un anteproyecto y antes de pasar a la siguiente fase, será explicado a los vecinos para contar con su opinión.
Una obra compleja
Recientemente los técnicos han realizado catas para comprobar si la estructura del edificio reúne las condiciones óptimas para soportar una intervención. La complejidad radica en que fue construido sobre un elevado desnivel y una de sus caras se apoya sobre un pequeño acantilado, mientras que la entrada da a la plaza. Incluso se barajó la posibilidad de demolerlo por completo y construir un nuevo edificio, pero debido a la restricciones urbanísticas actuales, se perderían la mitad de los 400 metros cuadrados que tiene actualmente el centro. Lloret no tiene Normas Subsidiarias y se basa en un Plan de Delimitación del suelo urbano de 1981, en el que este espacio está definido como zona de servicio, y solo se podrían edificar 200 m2.
A pesar de que sufre deterioro en diversos puntos, el edificio se utiliza para las actividades de las distintas asociaciones del municipio, como clases de baile, gimnasia o zumba. entre otras. Se trata de un edificio de unos 400 metros cuadrados que también alberga en su interior un teatro con capacidad para 300 personas. Ahora estas actividades se llevan a cabo de manera limitada, con precauciones por el mal estado de conservación del edificio.
La idea del Ajuntament es convertirlo en un espacio multifuncional, suprimir las barreras arquitectónicas, abrir ventanales para aprovechar sus vistas y hacerlo más sostenible.
El Centro parroquial es el edifico de uso sociocultural más grande de este pequeño pueblo del Pla. Fue construido por los vecinos en los años cincuenta con el sistema de «fer fàbrica». El solar fue cedido por su propietario al pueblo y a la parroquia. El Obispado nunca llegó a inmatricularlo y no ha reclamado ningún derecho sobre el mismo, por lo cual el Ajuntament de Lloret lo inmatriculó a su nombre el año pasado. Fue objeto de una gran reforma en la década de los ‘70 y la última intervención fue en 1985. Desde entonces se ha ido degradando hasta rozar la ruina.
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