Los niños y niñas disfrutan de la visita al parque de animales autóctonos y foráneos. | Redacción Part Forana

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«La primera vez que fui a ver al alcalde y otras autoridades para tramitar la creación del zoo, me miraban como si estuviera loco», recuerda Antoni Mas, con una sonrisa en los labios. Después de recorrer durante años las Illes Balears de feria en feria con sus estanques de patos y corrales de animales, en 1998 abrió Natura Parc con el apoyo de su esposa, Benita.

Nacido en La Soledad, desde su juventud Mas compaginó su oficio de mecánico de vuelo de Iberia con la cría de aves en una pequeña granja de Santa Eugènia. Aquél sería el germen de lo que hoy es no solo un parque de animales que ahora cumple 23 años de historia. Este lugar ha permitido a generaciones de niños y niñas tomar contacto con la flora y la fauna autóctonas y de otras latitudes, emocionarse dando de comer a los lémures o tocar las cabras enanas con sus manitas en el espacio ‘toca toca'.

Con los años, se creó la Fundación Natura Parc y su misión de protección de la fauna ha ido creciendo hasta contar, actualmente, con una plantilla de 80 personas, entre veterinarios, biólogos, cuidadores, educadores, etc. De sus 13 departamentos, dos cubren una función crucial: el COFIB, instrumento del Govern para la recuperación de la fauna autóctona, por el que pasan entre 10.000 y 12.000 animales al año; y el CEPAD, un servicio de recogida de fauna doméstica que sirve a 47 Ayuntamientos.

Antoni Mas, en sus inicios en Natura Parc.

«La sociedad es cada vez más exigente con el bienestar animal y esto nos ha impulsado a mejorar, además de una vocación compartida con la plantilla, con mi mujer y con nuestro hijo Mariano, que ahora dirige el sueño que ambos comenzamos».