Las primeras canciones fueron en a plaza. | Macià Ferrer

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El arte del glosat se dio cita este sábado en Felanitx con una nueva edición -la decimotercera- de las 12 horas de gloses. Recuperada después de la interrupción por la pandemia, la diada empezó a las 11 horas con una glosada en la céntrica plaza de la Font de Santa Margalida, a cargo de los improvisadores de Mallorca y otros llegados de Menorca, Catalunya e incluso del País Vasco. «Aunque sea lo mismo, es diferente; las tonadas son diferentes, las métricas también y, en según que regiones se glosa a pelo, sin acompañamiento musical, es el caso de Mallorca, en cambio, en otros lugares se usan instrumentos» explicaba unos de los glosadors.

En la Casa de Cultura se celebró una interesante mesa redonda bajo el título de ‘Glosa i tabú', donde se abordaron diferentes temas y en especial sobre sí se puede cantar sobre cualquier tema. Por la tarde tuvo lugar la parte más popular y festiva de las 12 horas: el correbars. Aunque en un principio se planteó de una manera, las últimas restricciones por la COVID-19 obligaron a la organización a variar el programa. Así, en vez de glosar en el interior de los bares, se hizo en el exterior, donde los glosadors improvisaron a pie de calle y se les sumó quién se atrevía a replicarles y combatir verbalmente con ellos. Los hubo que estuvieron a la altura, dejando el listón muy alto.

Tras la pandemia, este encuentro sirvió a los glosadors, además de pasárselo bien y hacer lo que saben hacer, -utilizar la palabra oral improvisada- para poner en común diferentes elementos como son las investigaciones que van surgiendo, el aprender nuevas tonadas y poner sobre la mesa el futuro de la glosa. La jornada contó con la participación de más de 130 improvisadores y mucho público.