Hay cosas que no van unidas a la mejor voluntad del mundo. El fino y aromático bouquet de los perfumes caros y el olor picante y amargo de las vainas de algarroba secas, por ejemplo. Los dos se mezclan accidentalmente en la calle este sábado por la mañana, al abrir las puertas frente a la tienda Müller de Llucmajor. Pero los dos contrastes olfativos reflejan bien el desarrollo sociocultural de los olores en esta localidad.
Más de 4000 extranjeros están ya inscritos en el registro de población del municipio de Llucmajor, la mayoría de ellos procedentes de Alemania. Sin embargo, sólo unos pocos viven en el núcleo urbano, el resto, en el campo o en alguna de las numerosas urbanizaciones del municipio y de las localidades más pequeñas de la costa. Llucmajor ha sufrido una gran transformación en los últimos años, especialmente en la plaza España y sus alrededores, así como en la zona peatonal que conduce hasta el paseo de Jaume III y la estatua del mismo nombre, con sus numerosas tiendas, restaurantes, bares y comercios.
Pero incluso con esta remodelación urbana de calles, plazas públicas, servicios y mejoras en las ofertas gastronómicas y comerciales, los visitantes extranjeros siguen dando esquinazo al núcleo urbano de la localidad. Posible razón: aparte de la iglesia de Sant Miquel y el Convento de Sant Bonaventura convertido en un elegante centro cultural, la ciudad no tiene muchos lugares de interés.
A la alemana Iris Kimpel y a su ex marido no les importó la falta de atracciones turísticas cuando decidieron mudarse a Llucmajor hace 21 años. «En ese momento llevábamos unos años viviendo en Esporles. Por aquel entonces, mi marido buscaba una casa con un terreno para poder montar a caballo», dice Kimpel, que lleva varios años dirigiendo su propia consulta de medicina alternativa y homeopatía en el pueblo.
Llucmajor les causó una primera impresión bastante «fría». «Hoy no podría imaginar un lugar mejor para vivir en la isla», dice. Se enamoró realmente de la ciudad cuando sus dos hijos, ahora adultos, fueron a la escuela: «Así es como llegué a conocer a muchos padres locales. Eso me dio la sensación de pertenencia. También me gustó lo despreocupada que es la gente con los niños pequeños en España. Todos cuidan de los hijos de los demás. Eso hizo que fuera mucho más fácil dejarles jugar en la calle sin supervisión durante unos momentos. En una ciudad grande, eso sería impensable».
Kami van Bömmel llegó a Llucmajor no sólo por su amor a los animales. De padres germano-franceses, creció en Togo y se trasladó a Llucmajor en 2009. «Antes vivía en la urbanización Solleric, pero buscaba una ubicación para mi consulta veterinaria», explica esta veterinaria de 44 años. Finalmente lo encontró en la carretera que une Llucmajor y Algaida. Por razones de espacio, ella misma vive con sus propios animales de compañía en fora vila. «A veces pasan semanas en las que no salgo de Llucmajor para nada. Ofrece todo lo que necesito para vivir. Hay un número suficiente de supermercados, fruterías, tiendas y restaurantes. Y si no encuentro algo, lo encargo en Amazon. Es tan sencillo como eso», dice Kami. Se siente plenamente aceptada tanto por sus clientes mallorquines como por su círculo de amigos locales. «La gente es abierta y amable, lo aprecio».
Verena Rossenbach también vive en Llucmajor desde 2009. La arquitecta, que dirige con su marido la oficina de proyectos y gestión de la construcción Matrol, encontró su actual hogar en un antiguo molino harinero restaurado en el pueblo. «Personalmente, preferiría mudarme al campo, pero también nos sentimos muy cómodos aquí en el pueblo», dice Rossenbach. «Llucmajor no es una gran ciudad, por supuesto, pero ofrece todas las comodidades necesarias para la vida cotidiana. Es más rural, pero también más acogedor. La gente se conoce y se saluda por la calle. Eso apenas es posible en la ciudad», señala Rossenbach. Al igual que su marido, Verena también se siente aceptada por los habitantes del pueblo. «Por supuesto, es importante hablar su idioma, al menos el español».
Frauke Büchner se mudó a Llucmajor hace más de 25 años con su pareja. «Enseguida me sentí como en casa», confiesa. Por eso decidió quedarse en Llucmajor, incluso después de poner fin a su relación. Esta alemana de 52 años ofrece tratamientos cosméticos naturales holísticos con masajes aromáticos y otros tratamientos en su estudio Spacito del pueblo. «Llucmajor sólo ha cambiado a mejor en los últimos años. Hay buenos restaurantes en la Plaça, el ambiente es sencillamente perfecto», dice Büchner.
Al igual que Iris Kimpel, Kami van Bömmel y Verena Rossenbach, también aprecia la ubicación estratégica de su ciudad de adopción. «El aeropuerto está prácticamente a la vuelta de la esquina, se puede llegar rápidamente a Palma por la autopista, y una excursión a la playa también se hace rápidamente desde Llucmajor». Iris Kimpel lo ve de forma similar: «La calidad de vida en Llucmajor es increíblemente alta», apostilla. «Desde aquí, puedes estar en el campo en pocos minutos, hacer excursiones a pie o en bicicleta desde el pueblo, hacer footing o, gracias a la relativamente corta duración del viaje, bañarte en el mar en una de las playas más bonitas de Mallorca, como es Es Trenc».
Pero Llucmajor también tiene mucho que ofrecer culturalmente, dice Kami von Bömmel. «En el centro cultural Bonaventura siempre se celebran conciertos o exposiciones interesantes. Además, el municipio organiza muchas actividades de ocio, como concursos de fotografía o similares», señala la veterinaria. Sin embargo, agrega, «uno tiene que desarrollar su propia iniciativa para informarse de esas ofertas en el ayuntamiento».
Frauke Büchner a menudo encuentra demasiado sucio el pueblo. «Especialmente en la zona peatonal, debería haber más limpieza en las calles», critica. Pero probablemente no sea un problema específico de Llucmajor. Verena Rossenbach critica, si acaso, el orden algo caótico de las calles de la ciudad. «Aunque llevo mucho tiempo viviendo aquí, sigo metiéndome en calles de un solo sentido en las que no quiero entrar», apunta riendo. Pero eso también contribuye al encanto del lugar.
A ninguna de las cuatro mujeres se le ha ocurrido todavía la idea de trasladarse a otro lugar de la Mallorca. Todo lo contrario. «Sin duda hay lugares más bonitos en Mallorca. Pero ninguno es tan carismático como Llucmajor», dice Frauke Büchner. O como dicen Verena Rossenbach, Iris Kimpel y Kami van Bömmel: «No nos mudaremos aquí. ¿Por qué deberíamos hacerlo?».
RafelEstic absolutament d'acord amb la teva opinió. Malgrat això, pens que la desaparició futura dels mallorquins és culpa exclusivament nostre, dels mallorquins. Està clar que això és la meva opinió, però m'ensum que és així, sempre ha estat així. Manca d'autoestima? i d'altres mancances també. Menyspreu pel nostre entorn, per ca nostra que l'hem venuda. Vendriem, i hem venut, a la nostra mare si fos necessari. Exagerat?, no ho sé. Crec que no.
Siempre serán bienvenidos, en Mallorca, este tipo de nuevos españoles... otros, los que nos imaginamos, no lo son ya que no aportan, no suman, no se integran...
mihogoTan de bo. Als alemanys pareix q son als únics q els interessen les coses de la illa. Qui ha recuperat la manufactura amb garrofes? Qui ha donat a conèixer la cualitat de les taronges mallorquines? Qui conserva l'arquitectura mallorquina? Els alemanys venen aquí i recuperen Mallorca. I parlo dels que venen a viure, no dels q venen al parc d'atraccions q els ha muntat Madrid a s'Arenal. Que volen q siguem ibiza. Un centre turístic envoltat de misèria. Pq a ells els basta els diners que els generam. Lo nostre, la nostra cultura o patrimoni els sua un peu.
La culpa no la tienen los alemanes,ni escandinavos,ni ingleses,ni suizos.
La culpa és de nuestros sucesivos gobiernos que nos ha relegado a la miseria y a ghettos ,privandonos de ganar un sueldo decente a nivel de nuestros vecinos en la UE ,solo se han preocupado de que sus sueldos y los de sus palmeros les permita comprar y vivir como dios manda ,a los demás nos relegan ASER súbditos de la UE de tercera o cuarta categoría.
"Nadie odia más a un español que otro español y más si es dirigente"
Gente así puede venir la que quiera, necesitamos todavía más buena gente en Llucmajor. Y no es que haya poca, es que nos gusta que cada vez sean más las buenas personas que vienen aquí.
Llucmajor no fa olor de garrova és una metàfora perquè s'ha convertit en un ingredient típic d'allà des de que una alemana precisament en va fundar una empresa de tot tipus de productes alimentaris fets de garrova. Molt bones ses ensaïmades farcides de garrova que semblen de xocolata de Can Tofolet.
Sí, sí, gracias, entiendo lo del Muller, pero es que lo dicen de tal manera que parece que los alemanes nos hubieran descubierto a los mallorquines el perfume.
AixòésescolmoNo te sulfuris tan depressa. Als magatzems Müller hi venen perfums cars i, a un parell de carrers més lluny, hi ha un magatzem molt gran de garroves i la seva olor (molt agradable per al meu gust, per cert) arriba ben enfora. Tant com per mesclar-se amb la dels perfums cars.
23 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Hay algunos alemanes que mejor estarían en su país , quieren hacer lo que les venga en gana en su casa y en la del vecino
RafelEstic absolutament d'acord amb la teva opinió. Malgrat això, pens que la desaparició futura dels mallorquins és culpa exclusivament nostre, dels mallorquins. Està clar que això és la meva opinió, però m'ensum que és així, sempre ha estat així. Manca d'autoestima? i d'altres mancances també. Menyspreu pel nostre entorn, per ca nostra que l'hem venuda. Vendriem, i hem venut, a la nostra mare si fos necessari. Exagerat?, no ho sé. Crec que no.
RafelTu ansiedad …. Será laaaarga.
Siempre serán bienvenidos, en Mallorca, este tipo de nuevos españoles... otros, los que nos imaginamos, no lo son ya que no aportan, no suman, no se integran...
mihogoTan de bo. Als alemanys pareix q son als únics q els interessen les coses de la illa. Qui ha recuperat la manufactura amb garrofes? Qui ha donat a conèixer la cualitat de les taronges mallorquines? Qui conserva l'arquitectura mallorquina? Els alemanys venen aquí i recuperen Mallorca. I parlo dels que venen a viure, no dels q venen al parc d'atraccions q els ha muntat Madrid a s'Arenal. Que volen q siguem ibiza. Un centre turístic envoltat de misèria. Pq a ells els basta els diners que els generam. Lo nostre, la nostra cultura o patrimoni els sua un peu.
La culpa no la tienen los alemanes,ni escandinavos,ni ingleses,ni suizos. La culpa és de nuestros sucesivos gobiernos que nos ha relegado a la miseria y a ghettos ,privandonos de ganar un sueldo decente a nivel de nuestros vecinos en la UE ,solo se han preocupado de que sus sueldos y los de sus palmeros les permita comprar y vivir como dios manda ,a los demás nos relegan ASER súbditos de la UE de tercera o cuarta categoría. "Nadie odia más a un español que otro español y más si es dirigente"
Gente así puede venir la que quiera, necesitamos todavía más buena gente en Llucmajor. Y no es que haya poca, es que nos gusta que cada vez sean más las buenas personas que vienen aquí.
Llucmajor no fa olor de garrova és una metàfora perquè s'ha convertit en un ingredient típic d'allà des de que una alemana precisament en va fundar una empresa de tot tipus de productes alimentaris fets de garrova. Molt bones ses ensaïmades farcides de garrova que semblen de xocolata de Can Tofolet.
Sí, sí, gracias, entiendo lo del Muller, pero es que lo dicen de tal manera que parece que los alemanes nos hubieran descubierto a los mallorquines el perfume.
AixòésescolmoNo te sulfuris tan depressa. Als magatzems Müller hi venen perfums cars i, a un parell de carrers més lluny, hi ha un magatzem molt gran de garroves i la seva olor (molt agradable per al meu gust, per cert) arriba ben enfora. Tant com per mesclar-se amb la dels perfums cars.